(3) LIMBO, de John Sayles.

VIDAS ERRANTES
La huella del escritor Joseph Conrad, autor de Lord Jim y El corazón de las tinieblas, es perceptible en Limbo, un film poblado de personajes a la deriva, derrotados, que luchan por una regeneración personal que les permita redimir las culpas que les mantienen atados al pasado. John Sayles, guionista, realizador y cineasta independiente frente a las exigencias comerciales de Hollywood, asume el reto de elaborar un relato adulto y sin concesiones a la acción espectacular como un mero resorte mecanicista ni al convencional happy end como obligado desenlace gratificante.
La película se divide en dos partes, de diferente estilo, que se complementan: un complejo estudio de personajes primero y una aventura robinsoniana después marcada por el peligro de muerte y la lucha por la supervivencia, todo ello en medio de paisajes grandiosos de Alaska, espléndidamente fotografiados por el maestro Haskell Wexler.
Del cine de carácter coral de la primera mitad, de gran precisión psicológica y descriptiva de ambientes, pasamos en la segunda a la odisea de los tres protagonistas cuyas vidas cotidianas se debaten entre el fracaso y la esperanza, acosados tanto por un medio física inhabitable como por sus propios fantasmas interiores, náufragos de sí mismos. El film nos muestra, pues, la búsqueda de una nueva oportunidad para rehacer sus vidas, para alcanzar la esquiva felicidad tras un período de aprendizaje en la convivencia, en la mutua comprensión y en la posibilidad de redención.
A John Sayles no le importa tanto la conclusión de un itinerario humano como los vericuetos del propio camino recorrido. Su mirada se nos muestra objetiva, serena y lúcida, moralmente solidaria con los personajes que sufren, sin subrayar innecesariamente nada. Su cámara apunta, sugiere, ilustra e informa, sin cesar en una honestidad y un lirismo que le honra.
Por desgracia, las leyes del mercado no casan bien con el mundo de la cultura. Limbo ha sido exhibido en un único pase diario de sobremesa y su permanencia en cartel resulta bastante problemática. Como antes a David Cronenberg, a David Mamet y a tantos otros, a John Sayles se le condena a las tinieblas sin haberle dado apenas la oportunidad de darse a conocer.
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