(3) GOYA EN BURDEOS, de Carlos Saura.

EL SUEÑO DE LA RAZÓN
La película número 30 de Carlos Saura, que coincide con el 40º aniversario de su debut como realizador de largometrajes con Los golfos (1959), es un proyecto largamente acariciado por él ya que Goya era también aragonés y su pintor favorito, encarnando al protagonista Paco Rabal, actor que ya había interpretado al artista en un film de Nino Quevedo y en una serie televisiva de Mario Camus.
Goya en Burdeos no es una biografía convencional sino una reflexión sobre la pintura del genial artista y a la vez sobre las circunstancias sociales y políticas de la España de su época. El relato, en efecto, se desarrolla a partir de los recuerdos de un Goya viejo y enfermo que hace confidencias a su presunta hija Rosario, constituyendo un viaje hacia el interior de un hombre a punto de morir, que fue un excelente pintor pero también un ciudadano comprometido con el progreso y la libertad en su tiempo.
La película nos informa de la trayectoria y significación artística de Francisco de Goya (1746-1828), capaz de realizar el revolucionario tránsito desde el neoclasicismo a la modernidad, fundiendo lo barroco con lo popular y erigiéndose en precursor del impresionismo y del expresionismo posteriores. Pintor de cámara de Carlos IV, sordo a consecuencia de una grave enfermedad, amante episódico de la duquesa de Alba, emparejado con Leocadia tras quedar viudo, testigo de las trágicas consecuencias de la invasión napoleónica, retirado a la llamada Quinta del Sordo en Carabanchel, perseguido por la tiranía de Fernando VII, acusado de liberal, ilustrado y afrancesado, acaba exiliándose en Burdeos donde fallece a los 82 años de edad.
El film de Saura interrelaciona inteligentemente las circunstancias históricas de España con la trayectoria pictórica goyesca, con obras cada vez más negras y amargas: series Los caprichos y Los desastres de la guerra, grabados, etc. Y de esta forma genial, a través del Arte, dio testimonio del momento que le tocó vivir: analfabetismo y absolutismo, intolerancia y corrupción, enfermedad y guerra.
Todo ello convertido en un fascinante espectáculo visual como vehículo de unas emociones servidas tanto por la magnífica labor del director artístico como de una imaginativa fotografía, sin olvidar la decisiva aportación de La Fura dels Baus, encargados de ilustrar los episodios de Los desastres de la guerra con impresionantes imágenes repletas de sangre y violencia, destrucción y muerte. La importancia de lo onírico, con los recuerdos y las pesadillas evocadas por Goya al final de su vida, tiene una perfecta plasmación en las luces y sombras de este recomendable film.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.