(3) EL CASO WINSLOW, de David Mamet.

JUICIO DE HONOR
Resulta llamativo el interés puesto por David Mamet —galardonado autor teatral y guionista de Chicago, experto en temas de actualidad estadounidenses— en adaptar al cine una pieza típicamente británica y de época como The Winslow boy (1946), del dramaturgo Terence Rattigan, inspirada en un caso real y que ya fue llevada a la gran pantalla por Antony Asquith en 1948.
Como era de esperar del autor del extraordinario guión de Vania en la calle 42 (1994), Mamet ha logrado en su versión una modélica superación de los habituales trucos escénicos, la llamada “carpintería teatral” que suele forzar la lógica de los acontecimientos en beneficio de la continuidad del relato. Y ha completado su labor de adaptador en el momento de la puesta en escena del film controlando con enorme talento la planificación, el ritmo, la sobriedad de los diálogos, la funcionalidad de los decorados, y especialmente la dirección de unos actores excelentes entre los que debe destacarse a Nigel Hawthorne y Rebecca Pidgeon.
El caso del joven cadete que es expulsado de la Academia de la Marina tras ser acusado de la apropiación indebida de un giro postal de cinco chelines permite al cineasta no solo elaborar una trama dominada por la intriga —¿culpable o inocente?— sino también y sobre todo cuestionar el sistema judicial del ejército británico en los momentos previos de la I Guerra Mundial, un conjunto de normas castrenses caracterizadas por la prepotencia y la arbitrariedad, con escaso respeto a los derechos individuales de la persona, todo ello sustentado en un magistral retrato de caracteres que permite trazar un panorama muy amplio de los valores vigentes en la familia y en la sociedad en los años de la transción desde la era victoriana a la modernidad democrática.
En este melodrama ejemlpar que roza la tragedia en ocasiones no hay salidas de tono ni baratos efectismos ni exagerado sentimentalismo ya que todo se subordina a la intención de mostrar la dignidad de una familia que lucha por lavar su honor mancillado, por superar el escándalo público y por hacer triunfar la justicia a pesar de los prejuicios personales y económicos sufridos en su enfrentamiento al Estado y a la Corona.
El patriarcado, el naciente feminismo de las sufragistas, la férrea disciplina, los intereses matrimoniales, la pugna entre conservadores y laboristas, etc. conforman el paisaje social en medio del que el minúsculo hurto se erige en elemento simbólico perturbador que desencadena la batalla por la verdad, la justicia y la dignidad. David Mamet transfiere vida a todo lo que nos muestra, sin rasgo de academicismo ni afán decorativo alguno.
El caso Winslow es un amplio, riguroso y sensible cuadro de costumbres, de moral y de ideas mediante el cual el cineasta Mamet ha superado, sin duda, la obra original del dramaturgo Rattigan.
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