(2) LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS, de José Luis Cuerda.

UN MAESTRO REPUBLICANO
La nueva película de José Luis Cuerda es fruto de un excelente guión de Rafael Azcona quien, a su vez, refundió tres relatos de Manuel Rivas contenidos en el libro ¿Qué me quieres, amor? (Ed. Alfaguara). Ubicado en una aldea gallega, entre marzo y julio de 1936, La lengua de las mariposas narra básicamente la realción entre un niño que acude por primera vez a la escuela y un maestre librepensador, seguidor presuntamente de los principios de Giner de los Ríos y su Institución Libre de Enseñanza, contrarios a los tradicionales métodos autoritarios y dogmáticos aplicados a la educación.
El film se convierte por ello en un emotivo relato sobre el aprendizaje del saber y de la vida, una crónica ilusionada sobre una escuela republicana que pretendió superar la ancestral ignorancia y miseria del pueblo para afrontar el futuro sin miedo a los castigos físicos, con atención al carácter lúdico del conocimiento, con predominio de los valores humanistas y laicos, con especial defensa de la libertad, la amistad y el amor, sin olvidar la observación directa de la naturaleza…
Una magnífica interpretación de Fernán Gómez y del niño Manuel Lozano —seleccionado entre más de 2000 aspirantes— y una hermosa ilustración musical del polifacético Alejandro Amenábar refuerzan los aciertos de esta recomendable película que, sin embargo, es producto de la aplicada labor artesanal de un cineasta que no llega a alcanzar los niveles sublimes de los verdaderos artistas, si como tal entendemos a aquellos creadores dotados de sutileza en la representación, amplio poder de sugerencia y un lenguaje poético capaz de trascender la letra de la anécdota para elevarse con sus metáforas a las más altas cimas de la emoción y del conocimiento humano. Es la diferencia, por ejemplo, entre la correción de José Luis Cuerda y la genialidad de Víctor Erice —El espíritu de la colmena (1973)— y de Montxo Armendáriz —Secretos del corazón (1997)—, a partir todos ellos de unos similares referentes argumentales.
Solo los grandes cineastas evidencian el dominio de dos de los aspectos más difíciles de la creación fílmica: el tempo narrativo y el tono de la expresión. En la estimable película de José Luis Cuerda hay, a mi juicio, una excesiva precipitación en el desenlace con la llegada de las tropas franquistas sublevadas y la inmediata represión. Me hubiera gustado una mayor atención a los cambios que la nueva situación produce en los ciudadanos y, sobre todo, en el niño protagonista: temor, egoísmo, cobardía, humillación, indignidad y afán de supervivencia. El alcance de la tragedia, más allá de su poderosa carga sentimental, hubiera sido mucho más universal.
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