(2) HEAVEN, de Scott Reynolds.

BAJOS FONDOS
El segundo largometraje del neozelandés Scott Reynolds, galardonado guionista y realizador de cortometrajes, es adaptación de una novela de Chad Taylor, donde un arquitecto adicto al juego y al alcohol arruina su carrera profesional y su matrimonio. El espacio físico que se constituye en eje del relato es un club de striptease, en realidad un bar de alterne y garito de juego clandestino en el que conocerá a un travesti que trabaja como bailarina y que puede predecir el futuro con sus dotes extrasensoriales.
Heaven es un thriller con buenas dosis de violencia, codicia y sexo que afectan tanto a los bajos fondos como a personajes burgueses que viven avocados a la tragedia. Scott Reynolds, un cinéfilo autodidacta que creció ejerciendo de proyeccionista de películas en una sala de exhibición, tiene un buen sentido de la imagen, domina el ritmo, sabe crear atmósferas y es habilidoso en la dirección de actores, destacando aquí la labor de Martin Donovan, a quien recordamos en Retrato de una dama (1996) y como protagonista de algunos films de Hal Hartley.
La película, sin embargo, falla en su media hora final, con un desenlace que demora caprichosamente, ya que hasta ese momento la brillantez del relato nos había hecho perdonar a su director el exceso de artificio utilizado para lograr un suspense que fuera a la vez sólido y original. Pero, en la práctica, el estilo enrevesado de Heaven es una mezcla gratuita de flashbacks, saltos hacia adelante, elipsis, un rompecabezas que logra engañar al espectador más a base de recursos efectistas que de rigor en la puesta en escena, como evidencia la confusión entre los puntos de vista narrativos de Robert, el arquitecto, y de Heaven, el travesti vidente.
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