(3) LA NOVENA PUERTA, de Roman Polanski.

TRAS LAS HUELLAS DE LUCIFER
Cinco años después de La muerte y la doncella (1994) se estrena el nuevo film de Roman Polanski, una libre adaptación con reducción de tramas y de personajes, de la novela El Club Dumas de Arturo Pérez Reverte, texto convertido en guión por Enrique Urbizu, por el propio realizador y por su habitual colaborador John Brownjohn. Una vez más, el cineasta de origen polaco se nos muestra como un excelente narrador, con encuadres precisos, planos expresivos, el ritmo adecuado y una ajustada dirección de actores… todo ello con el único fin de atrapar la atención del espectador y entretenerle durante un par de horas mediante un espectáculo cuya dignidad cultural queda afortunadamente lejos de la bazofia acostumbrada que alimenta la lista de éxitos de taquilla.
Polanski, en efecto, ha logrado una película bien hecha y divertida que combina multitud de géneros y estilos: el policíaco con detective privado; el cine negro con recurso de trama siniestras; la intriga y el suspense; el esoterismo y las fuerzas del más allá; el obseso bibliófilo en busca del ejemplar único y auténtico… A todo ello el realizador aplica su inconfundible sentido del humor pues, conocido su ateísmo y militancia racionalista, inquieta al público barajando resortes ocultos y satánicos en los que, evidentemente no cree para convertirlos en elementos esenciales del relato, como ya sucedió en La semilla del diablo (1968) donde con tanto talento como mala uva equiparaba ritos católicos y brujería, sectas y curia vaticana, aquelarres y misas, conjuros demoníacos y liturgias sacramentales.
En este thriller sobrenatural donde la investigación detectivesca constituye un verdadero descenso a los infiernos y cuyo valioso botín es un raro ejemplar de libro luciferino publicado en Venecia en 1666 por un editor quemado en la hoguera por la Santísima Inquisición, el director introduce una serie de cuestiones paralelas que enriquecen el relato: la búsqueda desesperada del poder absoluto, el conocimiento supremo como camino a la locura y a la autodestrucción… con la sutil sugerencia de que el ámbito de la mayor sabiduría y del placer supremo reside en el erotismo, una propuesta refinada e inteligente mediante la cual se aparta de toda concesión comercial a la vulgaridad.
La novena puerta, ciertamente, presenta ciertas concesiones al gran público porque el cine de Polanski posee un estilo propio pero no es identificable con ese cine de autor sólo apto para paladares exquisitos y minoritarios. Y así, podremos discutir la aparición de hermosas mujeres o el ajetreo del protagonista cargado de carísimos libros y rodeado de peligros a lo largo y ancho de Francia, España, Nueva York y Portugal… pero todo ello son convenciones necesarias que el talento del cineasta puede asumir e integrar en un relato coherente y sólido como en este caso, film realizado además con la colaboración decisiva de expertos artesanos como el fotógrafo Darius Khondji, creador de ambientes tenebrosos y de penumbras inquietantes, y el músico Wojciech Kilar que no abusa de los subrayados sonoros y cuyas ráfagas melódicas en los momentos oportunos ayudan a crear el clima de emoción y tensión exigidos por la trama.
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