(3) EL CHICO DE CHAABA, de Christophe Ruggia.

MEMORIA Y RAÍCES
El primer largometraje de Christophe Ruggia es una producción francesa que obtuvo diversos premios en los festivales de Berlín y de Valladolid de 1998 y que es adaptación de la novela autobiográfica de Azouz Begag, asumiendo el punto de vista narrativo del protagonista Omar, un niño argelino nacido en Francia, hijo de emigrantes que salieron de su país huyendo de la pobreza y de la guerra y que, años más tarde, encontraron serios problemas de integración en la cultura francesa viviendo una serie de contradicciones, de esquizofrenia, con problemas de identidad que les hacía debatirse entre el sueño de regresar a sus orígenes africanos y la necesidad de mejorar las condiciones materiales de sus vidas en una sociedad con diferente lengua, religión, educación y condiciones laborales.
El chico de la Chaaba es una magnífica película que sabe combinar el realismo con la emoción derivada del drama humano de un colectivo inmigrante con un incómodo presente y un incierto futuro. Protagonizado por muchos actores no profesionales, el film refleja con verismo la vida en un barrio de chabolas cerca de Lyon con problemas de higiene y de educación, con ritos islámicos, juegos de niños, negocios ilegales, el autoritarismo paterno, el despertar sexual, etc.
El director y guionista se documentó ampliamente a la hora de abordar la realización del film, averiguando que en 1966 había 89 núcleos de chabolas en los alrededores de París como consecuencia de la necesidad de mano de obra barata foránea para contribuir al desarrollo y reconstrucción de la nación francesa, con predominio de inmigrantes norteafricanos que ya no regresaron a sus países de origen, dando lugar después al enorme problema del paro, la marginación y la delincuencia.
El relato se sitúa precisamente en ese momento clave, cuando el retorno a la pobreza magrebí ancestral ya no era deseada y cuando el gobierno francés desmantela las chabolas para trasladar a sus habitantes a viviendas sociales de los barrios periféricos de las grandes ciudades.
El chico de la Chaaba es un emotivo y certero documental social que irradia honestidad y humanidad, que esboza rasgos de humor en medio del sufrimiento y que, sobre todo, rezuma una gran esperanza: la cultura, la educación, el saber, los libros como camino más seguro de realización personal y de seguridad económica.
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