(3) DIME QUE ESTOY SOÑANDO, de Claude Mouriéras.

DE HOMBRES Y VACAS
Esta co-producción franco-española es el tercer largometraje de Claude Mouriéras y obtuvo el Premio Jean Vigo como Mejor Película Joven francesa de 1998, además de haberse exhibido en los festivales de Cannes y San Sebastián. Los avatares de una singular familia campesina ante la problemática de un hijo disminuido psíquico son el referente argumental de un relato que logra evitar los peligros de la sensiblería y del tono moralizante con una narración que desliza imperceptiblemente desde la comedia al drama.
El film comienza con un marcado aire surrealista con las andanzas del estrafalario, chiflado y excéntrico protagonista cuya actitud irresponsable se va volviendo peligrosa con una involuntaria violencia que causa molestia a las personas y daños en las cosas. Y el gran debate ético y sociológico que plantea la película es si las peronas “diferentes”, con minusvalías físicas o mentales, deben ser acogidas y atendidas por su propia familia con amor y fortaleza de ánimo o si, por el contrario, superando el sentimiento de culpa de los parientes, deben ser las instituciones públicas quienes cubran las necesidades de estas personas.
La cámara retrata los acontecimientos con una gran movilidad, con un estilo cercano al reportaje preocupado por la verdad de sujetos y acontecimientos, que adoptan un cierto aire coral con sus idas y venidas, así como con sus frases dichas casi al mismo tiempo. Particularmente entrañable resulta el padre, un antiguo comunista que no se resigna al fin de la utopía, sin olvidar al resto de personajes de esta particular familia campesina, que van apareciendo a lo largo del film, grabados en vídeo por un psicoterapeuta, para expresar sus particulares puntos de vista.
A destacar también la labor de todos los actores, tanto profesionales como amateurs, con especial mención a Vincent Dénériaz que compone magníficamente el personaje minusválido siendo en la vida real un destacado atleta y estudiante universitario de matemáticas y de física.
Una singular atención merece la enorme dignidad del núcleo familiar, pese a sus discrepancias internas, patente sobre todo en un desenlace de signo humanista y vitalmente optimista que viene a subrayar la fuerza que puede emerger de la unidad fraternal, la generosidad y la comunicación entre los seres humanos.
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