(3) ALTO, BAJO, FRÁGIL, de Jacques Rivette.

DESTINOS CRUZADOS
La figura de Jacques Rivette es un verdadero lujo para los cinéfilos a caisa de su obra absolutamente personal, coherente y libre, alejada de las imposiciones comerciales de la industria, motivo por el que su cine ha llegado a nuestras pantallas de forma tan parcial como desordenada. Alto, bajo, frágil transcurre en París en el verano de 1994, donde tres muchachas de distinta procedencia social siguen unas trayectorias vitales paralelas que acaban cruzándose. Encarnadas por tres jóvenes y prometedoras actrices del cine galo, las protagonistas son, respectivamente, una enferma que despierta tras un largo estado de coma, una cleptómana que trabaja como recadera y una bibliotecaria que busca a su verdadera madre.
Pero el argumento para Rivette es un mero pretexto elaborado por los guionistas en colaboración con las propias actrices principales, que lo han enriquecido con sus sugerencias, para poner en escena un relato amparado bajo los supuestos estéticos y éticos de la Nueva Ola francesa: la concepción fenomenológica del ser humano prevalece frente a cualquier apriorismo conceptual o literario y por ello la cámara sigue al personaje y no al revés; abundan los tiempos dramáticamente muertos; tienen más importancia expresiva los cuerpos que los diálogos; la historia narrada presenta un carácter abierto, sin un verdadero desenlace; se utilizan preferentemente escenarios naturales…
El resultado es el retrato, desde una óptica existencialista, de unas vidas que se debaten entre el pasado y el futuro, el presente de unos personajes cuyas psicologías son expresión de sus conductas, todo ello mostrado con ligereza, vitalismo y una aparente espontaneidad. Las canciones y los números coreografiados resultan fascinantes, otorgando al film un tono mágico sobre el que planea la influencia del musical americano y el homenaje al cine de Jacques Demy, incluyendo también un explícito reconocimiento a Anna Karina —musa de Jean-Luc Godard—, con referencias y citas en torno a la obra del propio Rivette, a la Nueva Ola en particular y al cine en general.
Interesante crónica de la cotidianeidad en la que interviene tanto el azar como la voluntad, Alto, bajo, frágil ha sido realizada sin esquemas previos, como una imaginativo juego entre apariencias y realidades, aunque no sea uno de mis títulos favoritos de Rivette: su larga duración, casi tres horas, su estilo alejado de cualquier idea de síntesis narrativa y la omnipresencia de tiempos muertos impiden, a mi juicio, que se profundice más en los personajes, retratados a veces con tanto cariño como excesiva ingenuidad.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.