(2) CORAZONES ENFRENTADOS, de Jeroen Krabbé.

FUNDAMENTALISMO Y TOLERANCIA
El debut de Jeroen Krabbé —actor de origen holandés asiduo en films de Paul Verhoeven— es adaptación de una novela de Carl Friedman y sitúa el relato en la Bruselas de los primeros años 70. Ganador de varios premios en festivales internacionales, Corazones enfrentados es una película más militante que testimonial sobre la cultura hebraica y expone las diversas posturas en torno a la etnia y la religión judías: la conveniencia de olvido o de permanente recuerdo del Holocausto; la intransigencia de los ultraortodoxos apoyados en la tradición de creencias y costumbres; la evolución hacia actitudes más moderadas; el fanatismo antisemita y, en medio de todo esto, la joven protagonista —la actriz Laura Fraser— una estudiante de mentalidad moderna y liberal que va evolucionando hacia un talante más comprensivo e indulgente hacia los fundamentalistas.
Evidentemente queda lejos de la aguda ironía del descreído Woody Allen con los mitos y ritos del judaísmo. Corazones enfrentados es un melodrama que evita cualquier polémica teológica, que integra también en su discurso el agnosticismo —los padres de la muchacha— pero que se decanta claramente hacia el respeto a las formas más rigurosas de la religiosidad a través de mecanismos meramente sentimentales: la relación entre la protagonista y el niño mudo, redimido en el habla gracias al amor, y la tragedia final que parece reconciliar a todos con una visión positiva de la vida.
Se trata de un film sin muchas complicaciones narrativas, bastante lineal, con mensaje claro y simple que cumple su cometido apoyado en la presencia de buenos actores y en una dirección correcta que ha sabido cuidar los encuadres, el ritmo y la ambientación.
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