(2) LOS HEREDEROS, de Stefan Ruzowitzky.

REBELIÓN EN LA GRANJA
Premiada en el pasado festival de Valladolid con la Espiga de Plata, Los herederos es el segundo film de Stefan Ruzowitzky, una crónica rural sobre el campesinado austríaco de los primeros años 30. Pero lejos del lirismo y la solidaridad de Las uvas de la ira (1940) y de la apacible serenidad de El árbol de los zuecos (1978), en esta ocasio´n se carga el acento en la opresión física, económica y moral sufrida por los campesinos asalariados, granjeros que ven degradada su condición humana y situación laboral como víctimas de los abusos y la prepotencia de terratenientes, capataces, clero y policía.
Calificada esta película como western alpino por retratar la lucha por la posesión de la tierra, adquirida en virtud de una inesperada herencia, y que deben defenderla contra la codicia de caciques y oligarcas de la comarca, estamos sin embargo lejos de la época propia del citado género y sí más cerca del cine social europeo. Los herederos utiliza, por otra parte, los recursos expresivos del llamado “realismo sucio” para mostrar el estado de extrema pobreza y suciedad ante el que se rebelan los nuevos propietarios con escasas posibilidades de éxito.
En el guión se introdujeron, como historias secundarias, algunos hechos reales todavía vivos en la memoria de gente próxima al rodaje de un film que denota un estilo narrativo alejado de la puesta en escena clásica, aquella mediante la cual actores y escenarios se interrelacionan para mostrar los conflictos y la evolución de los personajes ante una cámara que asume el papel de testigo privilegiado.
Aquí, por el contrario, encontramos una narración nerviosa, canalizada por la voz en off de uno de los supervivientes, que confía al montaje la función de dar sentido a los planos y una labor interpretativa casi histérica que subraya la condición de brutos e incultos de los granjeros. Todo ello determina un relato cuyo interés estimo mermado en parte por cierto esquematismo que basa su expresividad más en el efectismo de unas situaciones al borde del paroxismo que en la profundización en el interior de los personajes: unos campesinos condenados a la violencia en su lucha por la emancipación de clase, aunque la película constituya en todo momento un grito en favor de la dignidad, la libertad, la educación y el amor de los desposeídos.
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