(4) COOKIE’S FORTUNE, de Robert Altman.

SECRETOS DE FAMILIA
El presente film nos reafirma en la idea de que Robert Altman es, a sus 74 años, uno de los mejores directores en activo del cine estadounidense actual, y también uno de los más prestigiosos, con Woody Allen y Terrence Malick, a juzgar por el interés de famosos actores y actrices por trabajar a sus órdenes aunque sea con un modesto salario.
Altman destaca aquí, una vez más, por su precisión narrativa, por el rigor en el encuadre, el montaje y el ritmo, así como por la vitalidad y la riqueza psicológica de unos personajes con sus obsesiones, afliciones y debilidades, ante los que el realizador no puede evitar mostrar su complicidad o su antipatía, pero que en todo caso no permiten un profundo conocimiento de su realidad. Pero el film no puede catalogarse de estrictamente “realista” sino que evidencia un acentuado acento de estilización, perceptible sobre todo en la dirección de actores, que asumen a veces algún rasgo caricaturesco como en el caso de Glenn Close y Julianne Moore, aunque la auténtica revelación sea Charles S. Dutton cuyo personaje puede desplegar toda su entrañable humanidad.
Cookie’s fortune muestra una gran capacidad de sugerencia, tan lejos del mensaje trascendente como de la superficialidad, cruzando sus líneas narrativas en un relato mini-coral y basado en la acumulación de detalles para descubrir los secretos de familia en una pequeña comunidad sureña donde conviven beatería y ambición, generosidad y racismo, amistad y sensualidad.
Al logro de tan buenos resultados contribuyen especialmente el magistral guión de Anne Rapp, la excelente fotografía de Toyomichi Kurita y una banda sonora en la que el blues aporta la melancolía y la relajación adecuadas.
Y afirmo que el guión es magistral porque suministra a Altman un material narrativo excelente para la consecución de una magnífica película que ofrece una mirada aparentemente amable, pero corrosiva en el fondo, sobre un colectivo humano cuyos escasos habitantes son contemplados con ironía, pero casi siempre con afecto, en un film que destaca poderosamente por un tono mágico que logra urdir una sugestiva mezcla de géneros, del melodrama a la comedia de costumbres, con variados elementos que incluyen el enredo, el crimen, la investigación policial y la crónica social.
Ante Cookie’s fortune no podemos evitar el recuerdo del maestro Jean Renoir y de sus grandes films, tan alejados de la pretenciosidad como ricos a la hora de acceder al conocimiento del ser humano y su circunstancia. Me la apunto como una de mis películas favoritas de este año.
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