(2) VIGO, HISTORIA DE UNA PASIÓN, de Julien Temple.

BIOGRAFÍA DE UN CINEASTA MALDITO Y GENIAL
Esta co-producción entre Francia, Gran Bretaña y España adopta la forma de biografía del cineasta galo Jean Vigo (1905-1934) pero la fidelidad ambiental a la época retratada es solo relativa, pues el relato centra su atención en la relación entre Vigo y su mujer Lydu, apasionadamente enamorados desde su primer encuentro en un sanatorio antituberculoso, enfermos ambos pero dispuestos a sobrevivir y a compartir experiencias vitales, tanto en el terreno cinematográfico como en el estrictamente humano, rodeados de un grupo de fieles amigos.
El enfoque que se ha dado al film, inspirado en una obra teatral de Chris Ward, puede obedecer tanto a las limitaciones creativas del discreto Julien Temple como a exigencias de comercialidad, aunque la película nos facilita abundante información sobre la vida y la obra del genial director fallecido a los 29 años, de escasísima filmografía con la colaboración de un equipo estable formado básicamente por el fotógrafo Boris Kaufman y por el músico Maurice Jaubert, cuyas partituras han sido reutilizadas póstumamente incluso por Truffaut.
Mediante unos cuantos flashbacks recuperamos la memoria del protagonista y regresamos a su infancia, a su estancia en internados, a su temprana pasión por el cine y su fascinación por su misterioso padre, el periodista anarquista Miguel Almereyda, muerto en prisión tras ser acusado de traición en favor de Alemania durante la I Guerra Mundial. Asistimos también a su labor en cineclubs, conocemos su carácter rebelde ante toda clase de autoritarismos y vemos el singular regalo de boda consistente en un tomavistas con el que empieza a rodar: A propósito de Niza (1930), ejemplo de cine-ojo y de documental social con utilización de cámara oculta a mano; Cero en conducta (1933) que incluye referencias autobiográficas, y L’Atalante (1934), una hermosa historia de amor que fue masacrada por razones comerciales.
El cine de Jean Vigo, tan escaso y maldito como profético, del que Julien Temple ha tomado algunas imágenes y fragmentos de música, ha servido de modelo e inspiración a todas las Nuevas Olas que le han sucedido por su carácter independiente, por la fuerza realista de sus imágenes, por su tono poético y por su rechazo de todo artificio. Y es que, como escribió Georges Sadoul, Jean Vigo fue “el Rimbaud del cine por una obra demasiado breve, llena de cólera y de amor, de lirismo y de verdad”.
Julien Temple no demuestra poseer el talento necesario para elevar todo este interesante material a la categoría de film magistral digno del autobiografiado, pesando demasiado en ocasiones lo anecdótico y lo sensiblero. Y ello a pesar de las magníficas prestaciones como protagonista de James Frain y de Romane Bohringer.
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