(2) LITTLE VOICE, de Mark Herman.

MÚSICA Y LÁGRIMAS
Mark Herman vuelve a utilizar la música como elemento catalizador y resolutivo de conflictos, que eran sociales en Tocando el viento (1997) y familiares en Little voice, una adaptación fílmica de la obra teatral de Jim Cartwright que la misma actriz Jane Horrocks protagonizó con éxito en al escena británica. Una vez más, personajes de clase baja y ambientes del norte de Inglaterra se dan cita en una película que cuenta con dos atractivas bazas: un interesante reparto encabezado por Michael Caine, premiado con el Globo de Oro; Brenda Blethyn, la de Secretos y mentiras (1996); y Ewan McGregor, sobresaliente en Trainspotting (1996) y Velvet Goldmine (1998) y una banda sonora integrada por hermosas canciones de Sinatra, Shirley Bassey, Tom Jones, Marilyn Monroe, Billie Holiday, Judy Garland y otros.
Little voice es, pues, una mezcla de realismo y fantasía lírica con una base melodramática —la muerte de un padre sume a su hija en la mudez y el aislamiento, recluída en casa escuchando e interpertando los viejos discos de su progenitor mientras su madre cae en el alcohol y la promiscuidad— y el papel sublimador de las bellas melodías que “Pequeña Voz”, la tímida protagonista,entona por la noche hasta que es descubierta y contratada por un mediocre agente artístico.
El relato tiene un desenlace en el que los valores humanos, la libertad y la dignidad triunfan sobre el egoísmo y los intereses comerciales. La muchacha renuncia a una prometedora carrera artística pero encuentra a cambio el amor de un modesto chico, electricista y aficionado a los palomos. Con esta victoria sobre la soledad concluye un film cuyas buenas intenciones no acaban de materializarse del todo por la falta de una convincente conexión entre los diferentes elementos narrativos en juego y cierto artificio en el diseño y evolución de los personajes.
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