(0) EL INOLVIDABLE SIMON BIRCH, de Mark Steven Johnson.

ELOGIO DE LA MINUSVALÍA
La representación en el cine de personajes con graves deficiencias físicas o psíquicas solo puede resultar tolerable para la mayoría de espectadores si es sometida a un tratamiento espectacular y si se acompaña de una serie de consideraciones sociológicas, morales o filosóficas que la hagan rentable como producto comercial. Aún así, los ejemplos más honestos como Freaks / La parada de los monstruos (1932), Johnny cogió su fusil (1971) y El hombre elefante (1980) apenas consiguió superar su condición de films “malditos”.
El caso de El inolvidable Simon Birch, libre adaptación de la novela de John Irving Una oración por Owen, es por el contrario un relato basado en la trampa y la mentira, que asume casi todos los tópicos del cine más acomodaticio USA. Aquí el minúsculo protagonista es un superdotado que piensa y habla como un adulto sabio, que reflexiona sobre la divina providencia y que, finalmente, se convierte en un héroe salvador.
La película, debut en el largometraje del guionista Mark Steven Johnson, se estructura como un flashback total y utiliza el sentimentalismo como motor que hace avanzar la narración: los personajes son buenos o malos según su actitud hacia el protagonista, el relato empieza y termina ante la tumba de Simon Birch, fallecido a los 12 años de edad, la calculada mezcla de comedia y drama para asegurar la identificación del espectador… y, en definitiva, las carencias de los dos amigos acaban solucionándose para dejar de ser “diferentes”: el chico bastardo logra encontrar a su padre mientras el enano se transforma en un gigante mediante una proeza que le costará la vida. En el peor cine USA los héroes resultan imprescindibles.
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