(2) EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS, de Robert Redford.

DE ANIMALES Y PERSONAS
Grace (Scarlett Johansson) y su amiga Judith salen a dar un paseo a caballo y son atropelladas por un camión. Judith y su caballo mueren, mientras que Grace y su corcel resultan gravemente heridos. Preocupada por el bienestar de su hija y en un intento desesperado por recuperar a Pilgrim que, desde el accidente se ha convertido en un caballo salvaje, Anie (Scott Thomas) decide ir a Montana a ver a Tom Booker (Robert Redford), un vaquero que posee un don especial para hablar y curar a los caballos. Basada en la novela homónima de Nicholas Evans y escrita por Richard LaGravenese, la última película dirigida e interpretada por Robert Redford es un drama denso pero contenido sobre el lento proceso de reparación de la autoestima y de las relaciones afectivas tanto entre personas como entre éstas y sus mascotas, configurándose una hermosa apología sobre la ancestral amistad entre caballos y humanos. El hombre que susurraba a los caballos tiene, como aliciente, el fuerte vínculo emocional del director sobre el tema retratado ya que él mismo vive en un rancho de Utah, donde cría caballos y vive en contacto con la naturaleza gran parte del año.
Ambientada en bellos paisajes del Oeste americano, la película narra paralelamente la rehabilitación progresiva del caballo y de la niña —que permite al espectador tomar conciencia de una forma de vida tradicional y en comunión con la naturaleza—, y el gradual surgimiento del romance entre el curtido vaquero y la mujer urbanita. La pena es que al idealizar el estilo de vida y la cultura del western el film cae en una simplificación moralista de personajes según procedencias y ocupaciones que perjudica la solidez del relato: el Este prepotente y egoísta está representado por la directora de una revista de Nueva York y la madre parece purificarse en Montana llegando a medita dejar su trabajo y abandonar el marido en un desenlace que recuerda a Los puentes de Madison (1995) pero sin alcanzar su grado de lirismo.
El hombre que susurraba a los caballos es, pues, una digna película de género pero que no evita caer en ciertos convencionalismos a pesar de ser conducida con buen pulso narrativo por Robert Redford.
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