(3) INQUIETUD, de Manoel de Oliveira.

SOBRE LA FINITUD Y LA INMORTALIDAD
El último film del veterano y fecundo maestro Manoel de Oliveira, presentado en el festival de Cannes, es una nueva muestra de un cine personal, sutil y elegante que es consecuencia tanto de un enorme talento como de un espíritu creativo absolutamente libre. Con una rigurosa puesta en escena, sin concesión alguna a la pereza mental, Oliveira engarza con habilidad tres historias diferentes: Los inmortales, una pieza teatral de Helder Prista Monteiro; y los relatos Suzy de Antonio Patricio y Madre de un río de Agustina Bessa-Luis.
Suzy, una prostituta de lujo en los años 30 que acaba muriendo en una operación quirúrjica y que despierta la pasión y los celos de un amante que la idealiza, es el fragmento que asume el papel de eje narrativo y que articula a los otros dos. Los inmortales es una representación teatral a la que asiste el citado amante, una farsa trágica en la que el enfrentamiento entre padre e hijo vehicula una reflexión en torno a la vejez, la decrepitud, la muerte, al fama y la gloria eterna. Madre de un río, finalmente, es una historia evocada por un amigo del amante melancólico, una leyenda en torno al pepel del mito y la inmortalidad en la cual la joven Fisalina hereda los poderes mágicos de una vieja hechicera, encarnada por una Irene Papas que recita en griego clásico.
Teatro y cine, ficción dentro de una ficción, refinado sentido del humor, mezcla de tiempos… elementos estilísticos heterogéneos que Oliveira domina como pocos y reconvierte en formas de expresión a la vez sencillas y sofisticadas, estilizadas y barrocas. Encuadres fijos, planos de larga duración, actores estáticos, elaborados diálogos recitando con una cierta afectación y la precisión descriptiva de los decorados son, pues, aspectos que enhebran la complejidad de Inquietud, un ejemplo de poema visual y literario repleto de referencias filosóficas existenciales que a algunos les podrá parecer frío y distante pero que, sorteando toda sensiblería, va dirigido a despertar esas hondas emociones que solo proceden de la inteligencia.
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