(2) GODZILLA, de Roland Emmerich.

VERSIÓN USA DEL MONSTRUO NIPÓN
Más que inspirarse en el famoso dinosaurio mutante japonés, nacido en 1954 protagonizando la película Japón bajo el ataque del monstruo de los famosos estudios Tōhō —una suerte de metáfora sobre el ataque nuclear que los ciudadanos de este país sufrieron en 1945, al final de la II Guerra Mundial—, los responsables del presente film se han inspirado en otros precedentes de la serie nipona como El enigma de otro mundo (1951) de Christian Nyby y El monstruo de tiempos remotos (1953) de Eugène Lourié.
Godzilla es un entretenido film de monstruos al uso pero dotado de la última tecnología en animación digital que permite crear unos efectos especiales de gran realismo, lo que permite tanto dar vida al monstruo como ver la destrucción que causa en la ciudad de Nueva York. Su principal defecto, sin embargo, es que Emmerich se impacienta por mostrarlo y carece por ello de intriga o de misterio sobre su origen y procedencia. Además, el guión peca de un exceso de simplismo argumental que contagia todos y cada uno de los elementos del relato: personajes, escenarios, conflicto y resolución del mismo.
Como simpáticas virtudes, debe reconocerse que es una película dotada de abundante sentido del humor y para ello destaca la participación del actor francés Jean Reno, cuyo personaje relacionado con los servicios secretos galos permite desplegar una divertida burla de las costumbres americanas y la ancestral prepotencia estadounidense creyéndose los salvadores del mundo.
No es el ejército USA el que sale triunfante del combate contra Godzilla, ni el poder político encarnado en un alcalde en campaña electoral que promete mayor seguridad ciudadana mientras el suelo tiembla ante las zancadas del monstruo. Ni el típico héroe americano. Son los miembros de servicio de espionaje francés —Godzilla es creado por las pruebas nucleares francesas en la Polinesia—, un joven biólogo y una reportera de un canal de TV que es marginada por el presentador estrella de su programa.
El nudo lo ocupa el ataque y la persecución entre el leviatán y los protagonistas, quizá excesivamente reiterativa. Pero los gags se suceden ininterrumpidamente hasta un inevitable desenlace: el triunfo del hombre frente a la naturaleza desatada. Pese a que se aprecia una insólita mirada de comprensión, incluso afecto, hacia Godzilla, se trata de una aberración de la naturaleza engendrada por un experimento humano.
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