(1) ARMA LETAL 4, de Richard Donner.

INNECESARIA SECUELA DE UNA SAGA DESGASTADA
Un buen montón de dólares han logrado convencer a Mel Gibson para protagonizar la cuarta entrega de la serie Arma letal, una muestra de la degradación del género policíaco para convertirlo en lo que eufemísticamente se denomina “cine de acción”, caracterizado por el uso abusivo de los efectos especiales al servicio de una violencia injustificada exhibida a través de incesantes luchas, tiros, persecuciones y explosiones.
El flojo guión no solo despliega un repertorio de situaciones inverosímiles sino que también se dedica a hacer apología del matrimonio al mismo tiempo que despliega sus tesis machistas y homófobas, todo ello en una trama principal en la que una pareja de policías matan indiscriminadamente mientras bromean entre ellos.
Un relato simplón que recrea el típico enfrentamiento entre buenos y malos, policías y gángsters de la mafia china, que permite la correspondiente exhibición de artes marciales, todo ello adobado con unos “finos” diálogos donde se escupe un taco cada tres palabras.
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