(3) AMOR Y MUERTE EN LONG ISLAND, de Richard Kwietniowski.

MUNDOS OPUESTOS
El primer largometraje de Richard Kwietniowski es una muy libre adaptación de la novela homónima de Gilbert Adair, convirtiendo el relato literario basado en la fantasía en un film realista similar en lo esencial a Muerte en Venecia (1971) Luchino Visconti, donde se narra la singular e improbable peripecia de un prestigioso novelista británico, ya viudo, seducido por un joven actor estadounidense de segunda fila al que ha descubierto casualmente en una tópica comedia para adolescentes.
El encuentro de ambos se produce, finalmente, en Long Island y, tras una mutua seducción inicial, la relación terminará en fracaso debido a las profundas diferencias que les separan, como representantes que son de dos mundos incompatibles, no solo por razones de edad y de sexualidad, sino porque evidencian el contraste entre una cultura elitista y otra de masas, entre el humanismo tradicional y la subcultura pop, entre literatura y medios audiovisuales, entre reflexión y vitalismo, entre pensamiento y moda pasajera, entre estilo de vida y negocio consumista…
En definitiva, un choque entre dos personalidades, dos modos de vivir que viene a reclamar sin embargo la necesidad de salir del enclautramiento, de la torre de marfil en la que viven muchos intelectuales que desconocen la realidad del mundo exterior actual, aunque esta comprensión no suponga una fascinación y aceptación pasiva que excluya una mirada crítica sobre la sociedad que nos rodea.
Un guión brillante repleto de situaciones de comedia caracterizadas por la sutileza y la ironía y, sobre todo, el enorme talento que demuestra Kwietniowski en la dirección confieren a Amor y muerte en Long Island una apariencia de ligereza y frivolidad que no suponen banalidad y superficialidad sino que son la muestra de una sensibilidad e inteligencia que enriquecen con mil matices esta hermosa fábula desarrollada en torno a la imposible búsqueda de la belleza, del amor y, en definitiva, de la felicidad.
Al éxito del empeño artístico contribuyen una sugestiva y delicada banda sonora musical, y especialmente, dos magníficos actores como son John Hurt y Jason Priestley.
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