(3) MRS. DALLOWAY, de Marleen Gorris.

LA HUELLA DEL TIEMPO
La quinta película de la realizadora holandesa Marleen Gorris, ganadora del premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa con Antonia (1995), es una aplicada adaptación de la novela homónima que Virginia Woolf escribió en 1925, escritora británica (1882-1941) cuya vida estuvo marcada por una serie de dramáticos sucesos familiares, trastornos mentales y, finalmente, el suicidio. Perteneciente al llamado Grupo de Bloomsbury, tertulia de artistas e intelectuales progresistas enfrentados al conservadurismo victoriano y cultivadores de la modernidad, Virginia Woolf vuelca en sus relatos una buena parte de anotaciones autobiográficas, escritos definidos como poemas en prosa donde no cuenta tanto el realismo y la acción exterior como el tiempo interior propiciado por los recuerdos y la evocación detallista de la vida cotidiana.
El magnífico guión de la actriz Eileen Atkins estructura la narración en bloques temporales que, mediante una serie de flashbacks, parten del verano de 1923 en Londres para volver la mirada hacia acontecimientos que tuvieron lugar en 1890. El punto de vista de la protagonista Clarissa Dalloway —encarnada por Vanessa Redgrave— determina el sentido de un discurso que, a partir del día en que ella prepara una fiesta con invitados deriva 30 años antes, tras despertar de su memoria el encuentro con un antiguo pretendiente. El contraste entre el confortable presente y las vivencias casi olvidadas, el doloroso paso del tiempo, el cambio de caracteres, sentimientos e ideas conducen a Mrs. Dalloway a plantearse el sentido profundo de la existencia, en qué quedaron las ilusiones juveniles y las relaciones sinceras transmutadas en un matrimonio de conveniencia.
Marleen Gorris utiliza actores y actrices distintos en cada uno de los bloques temporales —juventud y madurez—, cuida minuciosamente la ambientación —vestuario, maquillaje, decorados, música— adecuada a cada época, expone una serie de anotaciones sociales testimoniales —mentalidad conservadora, moral victoriana, mezcla de política y negocios, etc.— pero sobre todo despliega una enorme sensibilidad y un agudo talento para describir a los personajes y sus conflictos, especialmente a la protagonista, mostrando con sutileza el drama íntimo de una muje socialmente privilegiada que, en realidad, vive atormentada por la melancolía, la frustración y el dolor. Destacando el hondo patetismo derivado de mostrar en paralelo al antiguo soldado loco, traumatizado por la guerra, y a la señora, igualmente enajenada, que disfruta de las ventajas y servidumbres de un matrimonio seguramente equivocado.
Tanto Virginia Woolf como Marleen Gorris han realizado un retrato de la mujer moderna que, no sin el peso de la duda y la angustia, pugna por su liberación personal, incluyendo un toque de conciencia feminista al mostrar las diversas experiencias de la protagonista en torno al sexo, el trabajo y las relaciones afectivas en la nueva era que ya se estaba vislumbrando.
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