(3) NUBES PASAJERAS, de Aki Kaurismäki.

LOS ESTRAGOS DEL DESEMPLEO
El realizador finlandés Aki Kaurismäki compone en Nubes pasajeras un consistente retrato del desempleo, cuyas consecuencias anímicas y económicas pasan factura en las personas y en sus relaciones afectivas y familiares. Ante dicha eventualidad, el director plantea un relato sobre el depauperado e incierto mundo laboral con una economía narrativa característica de su obra que le ha dado fama internacional.
Kaurismäki aborda el desolado panorama socio-económico a pequeña escala, desde la intimidad de un matrimonio formado por un conductor de tranvías y una empleada de un rancio restaurante. Mientras ambos tienen un empleo, los protagonistas van tirando sin muchos problemas, absorbidos en el trabajo y ajenos al mundo exterior, aunque sin apenas tiempo para expresar sus sentimientos. Sin embargo, cuando pierden sus respectivos empleos, el entorno cotidiano de la pareja comienza a desmantelarse progresivamente debido a que no puede seguir financiando los gastos derivados del mantenimiento de su hogar y del suyo propio.
Cada elemento del discurso fílmico, desde la puesta en escena hasta la ambientación, pasando por el tono narrativo, estimula la aparición de un fino humor negro del que parecen ser cómplices los personajes, impidiendo caer en cualquier exceso sentimental habitual en otras circunstancias.
Así, la fría burocracia de la oficina de empleo, el examen médico adverso, la agencia de contratación fraudulenta y el curro ilegal que proporciona un pequeño hostelero jalonan una odisea tragicómica en busca de un trabajo que les permite, al menos, la supervivencia. El comportamiento y la actitud de los protagonistas, sin embargo, resulta tan digna como hermética, aproximándolos al gesto inexpresivo de Buster Keaton, aunque a veces aflora cierto rastro de ternura que recuerda el tono conmovedor del cine de Chaplin.
Pero Nubes pasajeras no pretende constituir un melodrama desesperanzado, así que el cineasta le concede a la historia un final optimista y solidario con la voluntad de los personajes, venciendo su pesimismo y retomando la iniciativa al montar su propio local. Un desenlace que algunos sugerirán inspirado en Capra, pero sin reflejar el idealismo social del autor estadounidense.
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