(3) GRACIAS POR LA PROPINA, de Francesc Bellmunt.

UNA ISLA DE LIBERTAD
Esta adaptación de la novela, en gran medida autobiográfica, de Ferran Torrent es posiblemente la aproximación fílmica más lograda hecha jamás a la realidad valenciana, concretamente la de los años 60 vividos en un pueblo cercano a la capital del Turia donde dos hermanos huérfanos pasan de la infancia a la adolescencia bajo el hogareño amparo de dos tíos solteros que, respectivamente, desempeñan los papeles de padre y madre. Una voz en off, en primera persona, que informa que no atosiga, guía al espectador en un relato caracterizado por el humor, la ternura y la crítica que nos hace evocar el Amarcord (1973) felliniano y en el que Bellmunt se ha implicado personalmente más que nunca a juzgar por el tono divertido, entrañable y evocador con que logra mostrarnos a personajes y situaciones.
Rodada en Alcanar, al norte de Castellón, en formato scope, destaca en la película la acertada recreación de la época y una fiel ambientación que hacen verosímiles a unos tipos humanos dotados de carne y hueso, especialmente a ese excelente actor salmantino que es Santiago Ramos. Un film definido como una apología de la tolerancia que es, en realidad, una historia de hombres que pone su acento en la educación libertaria y lúdica recibida por el protagonista y por su hermano en plena época franquista, soslayando mediante la socarronería y la burla las convenciones sociales y morales impuestas por unas instituciones represivas —la enseñanza, la Iglesia, la Guardia Civil, etc.— controladas por el Régimen.
El desenlace refuerza esa idea dominante de defensa de la libertad, incluyendo la esfera de lo privado, con la reunión familiar de los dos homosexuales adultos y pone la nota de suave nostalgia con las imágenes de demolición de la vieja casa solariega campesina.
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