(3) FULL MONTY, de Peter Cattaneo.

EL MUNDO OBRERO AL DESNUDO
Bajo la apariencia de una sobria y ligera comedia coral de corte costumbrista, Full Monty esconde una poderosa crítica social que la vincula con el Free Cinema de mediados de los años 50 y el posterior British social realism liderado por cineastas como Ken Loach, Mike Leigh y Stephen Frears… todo ello sazonado con abundantes dosis de humor que, no obstante, aportan un optimismo esperanzador estimulado por el cambio de gobierno encabezado por Tony Blair y el llamado Nuevo Laborismo.
Se trata fundamentalmente de un retrato: el paisaje tras la batalla. El film comienza enmarcando la acción en la ciudad británica de Sheffield, un importante centro metalúrgico que en su momento abastecía la mitad de la producción de acero del país. 25 años después, tras los mandatos neoliberales de Margaret Thatcher, la población es una sombra de lo que fue, un páramo de fábricas cerradas, infraestructuras desgastadas, desempleo crónico y pobreza estructural. En ella los personajes deben ingeniárselas para sobrevivir: Gaz es un joven en paro que tiene problemas con su ex-mujer por la custodia de su hijo; David es su mejor amigo, acomplejado por su sobrepeso y sus problemas de impotencia sexual que afectan su matrimonio. Ambos deciden formar un grupo de streaptease masculino tras una dura selección previa de aspirantes, cada cual cargado de preocupaciones e inquietudes laborales y afectivas. Al final se forma el exótico equipo de perdedores que van a revolucionar el barrio con sus actuaciones erótico-festivas.
La opera prima de Peter Cattaneo posee momentos muy inspirados, algunos delirantes, sin olvidar pequeñas pero demoledoras gotas de amargura y frustración apuntalando interesantes apuntes sociales aunque domine un mensaje amable e ilusionante.
A pesar de alguna caída de ritmo y derivas sentimentales de manual, Full Monty es una película totalmente recomendable, divertida y reflexiva, en la que juega un papel fundamental el destacable plantel de actores, encabezados por un robusto Robert Carlyle como eje del relato. La magnífica banda musical acaba de redondear un film destinado a ser punto de inflexión en la comedia británica. Seguro.
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