(2) EL OTRO LADO DE LA VIDA, de Billy Bob Thornton.

DE LOCOS Y OTROS PERDEDORES
La primera película escrita, dirigida e interpretada por el actor Billy Bob Thornton es una producción Miramax, ampliación de un cortometraje preexistente de George Hickenlooper que enlaza con la tradición realista de la literatura USA, la que va de T. Dreiser a J. Steinbeck, es decir, una aproximación a la llamada América profunda, allí donde no llega el mito esplendoroso del Sueño americano.
Como relato de la trayectoria vital de Karl, un retrasado mental, el film está afortunadamente mucho más cerca de planteamiento de De ratones y hombres (1992) que de la tramposa Forrest Gump (1994), o sea, que hay un acercamiento humanista al discapacitado pero nunca se pierde de vista su condición de enfermo, sus limitaciones en cuanto a conducta y discernimiento. Aunque se muestre bondadoso y solidario con aquellos que le rodean, víctimas también de un mundo hostil y violento.
Sendas escenas en un sanatorio psiquiátrico abren y cierran un film que es una indagación en la desgraciada vida del protagonista —encarnado por el propio director—, un descenso a los infiernos de la locura y el crimen que reclama del espectador una actitud de compasión y de afecto, de profunda piedad. Para ello no se recurre a maquillar la realidad para embellecerla ni se echa mano del idealismo y el sentimentalismo como forma de recabar complicidades. El mérito de la película hay que buscarlo en su honestidad de planteamiento y en una serie de rasgos estilísticos que van de la excelente labor de actores y actrices a una cámara escrutadora que se sitúa frente a los personajes, pasando por la calidad de los diálogos, frecuentemente explicativos, y de los monólogos que narran gran parte de los acontecimientos, resultando por ello a veces demasiado explícitos y redundantes en cuanto a la exteriorización de su mensaje.
Una música obsesiva, utilizando la percusión, crea el clima dramático adecuado, gracias también a un ritmo pausado, como la misma habla del protagonista, con su voz áspera y monótona, todo ello buscando una solemnidad propia de una tragedia griega. Algunos baches narrativos y la escasa fuerza expresiva de algunas imágenes debido a la preponderancia de estáticos planos generales y medios son algunos de los reparos a poner ante una obra digna y recomendable que discurre entre la emoción, la fatalidad y el horror.
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