(2) UN VERANO EN LA GOULETTE, de Férid Boughedir.

LAS TRES CULTURAS
Férid Boughedir es un reputado crítico y escritor cinematográfico que ejerce como profesor en la Universidad de Túnez y que ya nos sorprendió gratamente con su primer largometraje Halfaouine: El niño de las terrazas (1990). Ahora nos llega Un verano en La Goulette, ambientado en la pequeña localidad costera cercana a la capital tunecina, una comedia costumbrista presentada en los festivales de Berlín y Valladolid, elaborada a partir de recuerdos autobiográficos y cuya visión a la vez nostálgica y liberal permite a su realizador contemplar con tanta generosidad como afecto la convivencia pacífica, en los años 60, de familias pertenecientes a las tres grandes culturas, lenguas y religiones —musulmanes, judíos y cristianos—, situación que tuvo su final con el éxodo de los no islámicos tras la Guerra de los Seis Días ganada por Israel en 1967.
La película es, pues, una evocación generosa y cálida del “paraíso perdido” que fue La Goulette y su playa durante la juventud del propio cineasta, del ambiente de tolerancia y de fraternidad allí reinante que permitía la coexistencia de mezquita, sinagoga e iglesia. Tres chicas adolescentes se erigen en protagonistas de la trama cuando, en un gesto de provocación contra sus severos padres, juran perder la virginidad y relacionarse con muchachos de credo distinto al suyo, un tabú violado que desencadenará la enemistad de sus respectivas familias.
Típico ejemplo de cine mediterráneo, vitalista y sensual, el film conecta con René Clair y con el primer Berlanga en la descripción de personajes, mientras que la evocación de Fellini preside el mito de una Claudia de origen tunecino y que regresa a su tierra. El humor y el erotismo, en su concepción más primaria y elemental, recorren de principio a fin un relato que nada tiene de fundamentalista, que sólo se permite una leve desaprobación del viejo y rico musulmán, tan ambicioso como hipócrita, y que tras una serie de equívocos finaliza con la reconciliación de las familias rivales.
A favor de Un verano en La Goulette está su ausencia de dogmatismo y pretenciosidad, presidida como está por un punto de vista comprensivo hacia todas las posturas y mentalidades. En su contra, quizás, un exceso de ingenuidad.
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