(0) LA HERIDA LUMINOSA, de José Luis Garci.

FOLLETÍN APOLILLADO
La obra original era una pieza teatral de Josep María de Sagarra convertida en película por el argentino Tulio Demicheli en 1956, con Arturo de Córdoba y Amparo Rivelles. Esta obra, con La muralla de J. Calvo Sotelo y Murió hace 15 años de A. Giménez-Arnau, formaban un trío básico de dramones escénicos nacionalcatolicistas que intentaban conjugar la tesis sobre la necesidad de la fe con la defensa a ultranza de los valores fundamentales familiares y morales del Régimen franquista.
Con un cine que cada vez huele más a naftalina y a mesa camilla, José Luis Garci se consolida como el heredero estilístico de los Rafael Gil y Vicente Escrivá, paladines de cierta clase media conservadora y beata, con La herida luminosa. Nueva versión, con Fernando Guillén y Mercedes Sampietro, que es un relato discursivo que ignora la función de la elipsis narrativa y que confunde la entidad dramática de personajes y situaciones con un inexistente punto de vista ideológico en la puesta en escena.
Garci pretende hacer un film clásico, artesanalmente correcto, y sólo consigue un producto académico y anticuado, pese a los cambios que se ha permitido introducir en la obra original —monja en lugar de cura; tolerancia final con escepticismo religioso frente a la anterior apología católica; etc.— pero poco puede hacer con un guión cuya estrutura esencial es un folletín apolillado y deleznable, insalvable pese a ciertos tics progresistas introducidos a presión y a la presencia de algunos elementos documentales años 50 en los que torpemente se confunde el alcance testimonial y la nostalgia.
Un cine viejo y fosilizado, pues, que a nadie interesa hoy en día, como atestiguaban los escasos diez espectadores de la sesión de un sábado noche sin fútbol televisado.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.