(1) CRUZANDO LA OSCURIDAD, de Sean Penn.

DRAMA SOBRE LA VENGANZA
En su segundo largometraje como director, Sean Penn ha elaborado un guión que plantea con claridad el núcleo del conflicto: un joven encarcelado tras haber atropellado y matado, yendo borracho, a una niña y que ahora se siente arrepentido; mientras el padre de la pequeña, un psicópata dominado por el alcohol y las malas compañías planea su venganza cuidadosamente. Finalmente, la madre ya divorciada está resignada ante la tragedia familiar.
Lamentablemente, el autodidacta Sean Penn, pese a sus limitaciones como realizador, ha pretendido hacer un film prestigioso de “autor”, confiriendo de forma injustificada para ello un ritmo lento al relato e introduciendo algunas rupturas espacio-temporales de forma caprichosa al inicio.
El resultado es bastante insatisfactorio: el material dramático se evidencia escaso y elemental; los personajes resultan pobres y monocordes, sin verdadera evolución interior; la trama se alarga innecesariamente y el escaso ritmo lastra la narración.
Jack Nicholson y Anjelica Huston son dos excelentes actores que no encuentran aquí recursos necesarios para rellenar de caer a sus esquemáticos personajes. Y para colmo de males, un final que quiere ser sublime pero que roza el ridículo transforma una cuestión de psiquiatría —la locura— en un referente moral —la bondad o maldad de sentimientos— mediante una tierna escena de reconciliación entre potencial asesino y amenazada víctima.
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