(3) EMMA, de Douglas McGrath.

LA CHISMOSA DE HIGHBURY
De las seis novelas escritas por la inglesa Jane Austen (1775-1817), hemos podido ver recientemente la adaptación fílmica de Sentido y sensibilidad (1995) de Ang Lee, y ahora nos llega la de Emma, publicada en 1816, cuya trama nos sitúa a modo de fábula el globo terráqueo de los genéricos e Highbury, una localidad cercana a Londres, en una exquisita y fiel recreación del espíritu literario original, tan británico en sus características pero puesta en escena, paradójicamente, por dos estadounidenses: la encantadora actriz Gwyneth Paltrow y el guionista y realizador Douglas McGrath.
En la pantalla, pues, vemos reflejadas las virtudes literarias de una Jane Austen cuya obra se sitúa a caballo entre dos épocas y dos estilos, entre el clasicismo y el romanticismo, lo que se evidenciará en Emma, un relato que es mucho antes una crónica sobre los sentimientos que una mirada sentimental sobre los personajes.
Un cuidado lenguaje, la penetración psicológica, la precisión y la elegancia descriptivas, la ironía y la firmeza moral —era hija de un clérigo protestante— se aúnan para retratar un ambiente provinciano del que se satirizan sutilmente los prejuicios clasistas de una burguería ascendente y los equívocos y enredos entre pretendientes enamorados o interesados y señoritas casaderas de la buena sociedad.
Se ha llegado a insinuar que Jane Austen y su protagonista se manifiestan como unas consumadas chismosas que serían las equivalentes, hace 200 años, a las actuales revistas del corazón y novelitas “rosas”, pero se olvida con ello el enorme talento de la escritora, capaz de trascender con su fina perspicacia e inteligencia la cutrez moral, la simpleza y la mentira que destilan los modernos medios que se dedican a publicitar las andanzas sentimentales de los “famosos”, cuyos lujos y exhibicionismo fascinan antes que indignan a los más desposeídos.
La película es una divertida comedia de costumbres en la que Emma es tanto un instrumento generador de intrigas amorosas como un sujeto del sentimiento amoroso y de ahí deriva su complejidad, al tener que conjugar los papeles de casamentera entrometida y de muchacha que debe también elegir marido, provocando y resolviendo así los problemas propios y ajenos.
Deben destacarse finalmente los valores plásticos del film, que contribuyen decisivamente a su éxito con su belleza y autenticidad. Decorados, objetos y vestidos de época, así como unos frondosos exteriores naturales de exultante verdor.
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