(3) ELLA ES ÚNICA, de Edward Burns.

AMORES Y DESENCUENTROS EN NUEVA YORK
Una gran alegría nos ha causado la irrupción, de un tiempo a esta parte, de una fresca comedia estadounidense que, huyendo del adocenamiento habitual de Hollywood, bebe de fuentes tan diversas como Eric Rohmer, Woody Allen y ese toque clásico de los maestros ya desaparecidos, reflejando las inquietudes de la vida moderna sin perder un ápice de humor. Edward Burns, actor-guionista-director responsable de la interesante Los hermanos McMullen (1995), y Ted Demme, con su destacable Beautiful Girls (1996), encabezan un pequeño listado de nuevas promesas que el tiempo se encargará de valorar su relevancia dentro del panorama cinematográfico USA.
La citada opera prima de Burns ya demostró la inteligencia y el talento para la construcción de la comedia, con una gran dirección de actores, una complejidad no exenta de ironía en la escritura del guión y una narración precisa que evitaba caer en lo anecdótico. La industra, atenta a la caza de talentos, le ha financiado rápidamente un segundo largometraje, siendo la South Fork Pictures —la nueva productora de Robert Redford creada para apoyar un cine de espíritu independiente— la responsable del proyecto. Ella es única sigue fiel a los planteamientos de Los hermanos McMullen: historia con pocos personajes, tipos y conflictos extraídos de la realidad más cercana, unos diálogos ingeniosos y una mirada contemplativa que reflexiona sobre cuestiones más elevadas de lo habitual.
Ella es única nos presenta los problemas sentimentales de dos hermanos muy diferentes, uno que trabaja de taxista en Nueva York, que vive al día sin preocuparle el futuro, y otro que es el típico triunfador en Wall Street, más tradicional y puritano, que a pesar de ello le engaña a su mujer. Entre ambos, sus parejas, la exnovia del primero y ahora amante del segundo y sus respectivos padres, forman una variada fauna humana que interactúa mostrando un retrato fiel de la tan cacareada crisis de la pareja actual y sus consecuencias.
Edward Burns traza, pues, un hábil enredo de resonancias vodevilescas ocurrentes, con escenas muy bien construidas. La mirada sobre las relaciones sentimentales posee un gran escepticismo, a pesar de ese happy end relativo. Los personajes femeninos, los más importantes, están muy bien perfilados en pantalla, jugando una parte decisiva en el desenlace de los conflictos.
Un buen reparto logra darle tridimensionalidad a los personajes, dotarles de matices que evitan maniqueísmos o toscos brochazos descriptivos, comenzando por el propio Edward Burns y siguiendo por Mike McGlone, Cameron Diaz, Jennifer Aniston y Maxine Bahns. Seguiremos atentos a la trayectoria del cineasta neoyorkino.
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