(3) BEAUTIFUL GIRLS, de Ted Demme.

HOMBRES EN LA ENCRUCIJADA
Un magnífico guión de Scott Rosenberg, unos diálogos excepcionales, un buen conjunto de actores, una fotografía espléndida de Adam Kimmel y una dirección llena de talento a cargo de Ted Demme —sobrino, al parecer, de Jonathan Demme, realizador de El silencio de los corderos (1991)— logran captar nuestro interés de principio a fin de la película. El rigor expresivo de los planos y la funcionalidad del montaje consiguen sin embargo que no se note la mano del director, su particular punto de vista, para captar con toda su diversidad un fragmento de realidad, constituyendo una crónica llena de matices sobre las andanzas de cinco treintañeros, amigos de la infancia, que se reúnen en un pequeño y nevado pueblo estadounidense para celebrar el décimo aniversario de graduación.
El film sitúa con gran precisión a sus protagonistas en una encrucijada vital cuando deben decidir su futuro tanto en lo profesional como en los personal, en un momento en que tienen que dar un sentido a sus vidas pues ya no son adolescentes pero tampoco han llegado a la madurez. Básicamente, el relato aborda las relaciones entre ambos sexos a través de multitud de situaciones que tienen como denominador común el dilema de establecer o no sólidas relaciones afectivas, todo ello en un lugar en el que, se dice, nada cambia excepto las estaciones del año.
Beautiful Girls adopta ese difícil e impreciso tono entre el drama y la comedia, tan adecuado para captar la nostalgia de un pasado que ya se esfumó y al que se aferran unos personajes bien construidos, unidos por lazos de amistad, fascinados por las mujeres —mucho más coherentes y lúcidas que ellos, en general— y que mediante frases, miradas y gestos expresan o sugieren toda la inestabilidad y el temor de quienes deben tomar importantes decisiones cara al futuro.
La sombra estilística de Peter Bogdanovich —The Last Picture Show (1971), Texasville (1990)— planea por encima de una narración que contempla con cariño a los personajes y que destila en ocasiones una profunda emoción que no es sino resultado de la autenticidad y de la fuerza de los sentimientos. Citemos, por ejemplo, a la vecina de 13 años, tan madura y seductora a su temprana edad; a los solitarios familiares de Timothy Hutton, o a Gina, la gordita que filosofa sobre la pornografía y los quiméricos ideales eróticos masculinos.
Una atractiva y selecta banda sonora musical completa las bondades de un film que será, seguramente, uno de los más destacados del año.
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