(1) EL OCTAVO DÍA, de Jaco Van Dormael.

CRÓNICA DE UN ENCUENTRO
Tenía razón cierto realizador de cine cuando afirmaba lo peligroso que era incluir en una película a niños y/o a animales, a los que yo añadiría también los disminuidos físicos y psíquicos, viendo la tendencia a deslizar las historias hacia el melodrama y el abuso sentimental.
Esta vez el belga Jaco Van Dormael, que nos sorprendió gratamente con Totó el héroe (1991), narra el encuentro, traumático en principio, entre un ejecutivo separado de su mujer e hijos y un joven con Síndrome de Down rechazado por su propia familia, dos seres solitarios que acaban estrechamente unidos por la amistad y un profundo afecto.
Por desgracia, el realizador toma unos derroteros narrativos que sitúan la película más cerca de los trucos efectistas de Forrest Gump (1994) de Robert Zemeckis que del rigor de Ángeles sin paraíso (1963) de John Cassavetes.
En El octavo día los actores Daniel Anteuil y Pascal Duquenne interpretan eficazmente sus papeles y Van Dormael utiliza un lenguaje fílmico en el que acoge múltiples recursos expresivos y estilísticos que van del realismo a la imaginación, del presente al pasado y de la comedia al drama, haciendo avanzar el relato mediante contrastes que provoquen la reflexión del espectador, con escenas que oscilan entre el orden y la anarquía, la razón y los sentimientos… para desembocar en una especie de apología de una plenitud vital regida por el amor.
Pero lo que molesta de la película es su tono de ingenuo cuanto con moraleja bienintencionada que aprovecha el carácter bondadoso, generoso y cariñoso de los afectados por el citado síndrome para lanzar el simplista mensaje de que las personas “normales” deben aprender de estos a darle más importancia a los afectos que a las responsabilidades del trabajo.
Para ello el film alterna dolor y fantasía, entendida como una huida poética de la realidad cotidiana, recurriendo a la imaginación para sublimar las carencias psíquicas. Un exceso de sensiblería de buenos sentimientos y de mentiras piadosas que no lleva a ningún lado.
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