(2) ANIMIA DE CARIÑO, de Carmelo Espinosa.

BOLERO DE AMOR
Tras la realización de algunos cortometrajes, el joven Carmelo Espinosa ha podido debutar en el largometraje con este film rodado en 16 mm. y ampliado a 35 mm. en el que suple la escasez de medios con buenas dosis de talento e imaginación. La sensación de cine pobre e imperfecto que da el producto contrasta con la multitud de referencias temáticas y estilísticas que pueden rastrearse a lo largo del relato: desde Buster Keaton a la lógica del absurdo de Jardiel Poncela y desde la óptica cutre española de Marco Ferreri y Francesc Betriu a los personajes neuróticos de Woody Allen.
En el coloquio posterior a su estreno, el propio director confesó que tales influencias eran casuales e inconscientes en gran medida, pero lo cierto es que se trata de una comedia esperpéntica en la que el personaje de Pere Ponce se nos presenta como un ser angustiado y traumatizado a consecuencia de una infancia y de una adolescencia infelices, pasadas en soledad y con dificultades para relacionarse con los demás. La película, así, puede verse como una crónica de la España profunda, con sus miserias y carencias, y también como un ejercicio psicoanalítico de exteriorización de los propios fantasmas, especialmente centrados en la soledad, la timidez y la inseguridad en las relaciones con las mujeres.
Singularmente distorsionadas y delirantes, rozando la crueldad, resultan las secuencias en torno al padre castrante y a la agencia “Animia de cariño”, especializada en facilitar compañía a personas necesitadas, que nos remite a la proliferación de anuncios por palabras que intentan remediar, previo pago, las carencias afectivas a las que la deshumanizada sociedad actual condena a los individuos.
En suma, un film que nos hace entrever el talento de su realizador, lleno de insuficiencias, sin duda imperfecto, pero que destaca por su originalidad.
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