(1) EL HOLANDÉS ERRANTE, de Jos Stelling.

EL BUQUE FANTASMA
Una muy libre adaptación de la antigua leyenda del Holandés errante, convertida aquí en un relato divido en tres actos que intenta describir el viaje de un siervo en busca de su padre, el héroe del título, que recorre el mundo a bordo de un buque fantasmal.
Pese a la presencia de Nino Manfredi, encarnando un trovador-narrador renacentista, y de la música de Nicola Piovani, el film es un lamentable ejemplo de cine de qualité, dominado por la pretenciosidad, que ni funciona como cine histórico —falta rigor en la referencia a la guerra entre católicos y protestantes en el Flandes del siglo XVI—, ni como cine mitológico —los personajes carecen de la mínima entidad épica—, ni como cine fantástico —las dosis de imaginación y de poesía son escasas— ni como simple cine de aventuras.
La intervención actoral multinacional permite que El holandés errante sea una verdadera torre de Babel y tiene posiblemente el honor de ser la obra más guarra de la historia del cine: a lo largo de más de dos horas desfilan por la pantalla cantidades ingentes de mierda, orines, aguas fecales, espitos, excrementos, detritus y otras “exquisiteces”. Ideal para ver después de la cena.
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