(3) FARGO, de Joel Coen.

CRIMEN EN LA NORTEAMÉRICA PROFUNDA
Tras el batacazo de El gran salto (1994), un drástico cambio de registro que no despertó el interés del público, los hermanos Coen —Ethan como guionista y Joel como director— regresan al thriller sazonado de humor negro en Fargo, premio a la mejor dirección en la pasada edición del festival de Cannes, renovada muestra de talento de los creadores de Sangre fácil (1984), Arizona Baby (1987) y Muerte entre las flores (1990).
Inspirada en hechos reales ocurridos en una pequeña ciudad del estado de Minnesota, cerca de Minneápolis —la ciudad natal de los hermanos Coen—, el film narra las andanzas de un hombre apocado y tímido, casado con la hija de un millonario que le impide disfrutar de su fortuna, que decide contratar a dos delincuentes para que secuestren a su mujer con el fin de montar un negocio propio con el dinero del rescate. Sin embargo, por una serie de azarosas circunstancias, al secuestro se suman tres brutales asesinatos, lo que obliga a la policía a intervenir.
Mezcla de crónica de sucesos y comedia de costumbres, Fargo es un acertado retrato de la cultura y la sensibilidad del Medio Oeste, su mentalidad provinciana, la mediocridad y la frustración de sus gentes, la apatía de una comunidad que alberga en su interior un foco de violencia latente. Cuando ésta despierta, sus efectos son terribles y delirantes.
Con el macabro humor que les caracteriza, los hermanos Coen no dejan títere con cabeza. Todos los personajes, por episódicos que sean, aparecen perfectamente definidos, conformando un extraño universo de aparente tranquilidad y confort al borde del abismo, repleto de inquietantes síntomas que revelan un inminente estallido o arrebato de ira y amargura. La descripción de ambientes, tan reconocibles como reales, y la indagación de las motivaciones así como la relación entre personajes son los puntos fuertes de este thriller cuyo ritmo va creciendo a medida que se desata la acción y se desarrolla la investigación policial.
Realizado con una admirable economía de medios, con una apuesta en escena de gran clasicismo que refuerza la sutil ironía de todo su entramado narrativo, Fargo descubre bajo el paisaje helado de Minnesota su realidad más oscura y perversa.
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