(1) VIDAS AL LÍMITE, de Agnieszka Holland.

LAS TORMENTOSAS RELACIONES ENTRE DOS POETAS
En más de una ocasión nos hemos referido a las dificultades que presenta el cine biográfico y a los problemas que plantea reflejar el contexto histórico a la hora de sortear el falseamiento, la idealización, el anecdotismo, al qualité o el esquematismo. La mayoría de las veces, los personajes no son otra cosa que mera ilustración de un guión previo, criaturas humanas sin vida propia cuyas acciones y cuyo discurso aparecen encorsetados por la literatura, sin que las imágenes logren conferirles espontaneidad inyectando sangre en sus venas. Sólo llegamos a ver la peripecia exterior, nunca los más íntimos recovecos de sus almas.
Vidas al límite, con guión de Christopher Hampton, es una decepcionante película de Agnieszka Holland sobre las tormentosas y ambiguas relaciones entre los poetas franceses Paul Verlaine (1844-1896) y Arthur Rimbaud (1854-1891), relato biográfico que destaca por el morbo que le confiere la presencia del actor Leonardo DiCaprio más que por la profundidad del drama o por los conocimientos sobre la obra poética de estas figuras indiscutibles de la literatura gala.
A través de breves secuencias y a partir de un largo flashback tras la muerte de Rimbaud, el film se dedica a poner imágenes de forma tan escueta como precipitada a unas trayectorias vitales que cualquier enciclopedia enseñaría al lector, es decir, sin profundizar en cuestiones que podrian haber sido fundamentales. Así, por ejemplo, las contradicciones de Verlaine entre fe religiosa y desenfreno de los sentidos, entre la seguridad de la familia burguesa y la atracción por la bohemia y entre el sosiego del amor conyugal y el torbellino de su pasión homosexual.
Por otro lado, no se dedica la suficiente atención a la evolución de un Rimbaud apenas adolescente, desde su hogar católico y campesino a una rebeldía que le hizo viajar constantemente, simpatizar con el socialismo y la Comuna, buscando en vano un ideal de libertad absoluta traducido en un intento de identificar vida y creación poética, radicalismo visionario y sátira inconformista, en los límites de la alucinación y el delirio provocados por el consumo de absenta y de hachís.
Pero si la obra de estos poetas “malditos” fue fundamental en la evolución de la moderna literatura, no puede decirse lo mismo de la obra fílmica de una Agnieszka Holland más atenta a la anécdota que al espíritu, más preocupada por la peripecia aventurera que por el itinerario interior, más dedicada a mostrar el escándalo social que el drama personal de los protagonistas.
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