(1) MATÍAS, JUEZ DE LÍNEA, de Santiago Aguilar y Luis Guridi.

PENALTY EN TIEMPO DE DESCUENTO
Santiago Aguilar y Luis Guridi (La Cuadrilla) se han propuesto realizar una trología fílmica bajo el título de España por la puerta de atrás: la galardonada Justino, un asesino de la tercera edad (1994) fue la primera entrega y la presente Matías, juez de línea es la segunda, y tienen pendiente una tercera sobre el mundo de la política.
La grata sorpresa que supuso su debut en el largometraje, sin embargo, se ha tornado decepción en su segundo, una comedia costumbrista en clave de esperpento que ha necesitado siete semanas de rodaje, 140 millones de pesetas y más de 30 actores secundarios en un relato de carácter coral que ofrece su particular y desquiciada visión de una aldea gallega dedicada al contrabando de alcohol a donde va a refugiarse un honrado juez de línea responsable de señalar un penalty que ha eliminado a la selección española de fútbol del Campeonato Mundial.
Con explícitos o implícitos homenajes al ingenuo y voluntarioso Buster Keaton, a la cordial y simpatica comedia británica Ealing de los años 50, al Berlanga humanista de Calabuch (1956), al absurdo y nonsense literario de Jardiel Poncela, etc. la última obra de La Cuadrilla decepciona porque el costumbrismo deviene pura caricatura y ésta se traduce en una serie de tópicos que articulan una falsa crónica rural que carece del menor atisbo de gracia por culpa, especialmente, de un guión desafortunado que no logra dar coherencia y verosimilitud ni a personajes ni a situaciones.
Un producto fallido que no satisface las expectativas que había despertado.
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