(2) TOY STORY, de John Lasseter.

LOS JUGUETES COBRAN VIDA
La inclusión tanto de escenarios como de personajes virtuales ha ido cobrando protagonismo en el cine estadounidense, especialmente en aquellos géneros que juegan con la ficción como la animación, el fantástico o la ciencia-ficción. De las creaciones artesanales realizadas mediante la rústica técnica del stop motion de Ray Harrihausen, hemos pasado a una eclosión de efectos digitales de la industrial Light & Magic de George Lucas.
John Lasseter dirige su primer largometraje de animación infográfica tras los cortos Tin Toy (1988) y Knick Knack (1989), centrados también en el mundo de los juguetes. Toy Story es, de hecho, la primera producción realizada íntegramente en este formato, amparada bajo el sello Disney.
Los juguetes de Andy, un niño de 6 años, temen que haya llegado su hora y que un nuevo regalo de cumpleaños les sustituya en el corazón de su dueño. Woody, un vaquero que ha sido hasta ahora el juguete favorito de Andy, trata de tranquilizarlos hasta que aparece Buzz Lightyear, un héroe espacial dotado de todo tipo de avances tecnológicos. Woody es relegado a un segundo plano. Su constante rivalidad se transformará en una gran amistad cuando ambos se pierden en la ciudad sin saber cómo volver a casa.
Destaca especialmente la ingeniosa construcción de personajes a partir de los juguetes habituales de los críos: Mr. Potato, un dinosaurio de plástico, varias figuras articuladas, robots, vehículos a escala, etc. Todos ellos cobran vida de una manera muy natural, enriqueciéndolos con unas personalidades singulares y definitorias. Por otra parte, el realizador utiliza en Toy Story su experiencia previa para proporcionar un ritmo narrativo y unos movimientos ágiles a los personajes logrando una destacable animación que sin duda abre nuevos caminos estilísticos que seguro serán imitados en producciones posteriores.
Afortunadamente, Toy Story no es un producto típicamente disneyano. En vez de caer en los típicos convencionalismos de corte conservador habituales de la factoría del ratón, existen reflexiones solapagas sobre las dificultades inherentes a hacerse mayor, la necesidad de cooperar y sus ventajas frente a otros tipos de relaciones, y un espíritu emprendedor y de aventura que alimentará la imaginación del público infantil.
Se intuye que Lasseter ha gozado de cierta libertad creativa en una historia que, sin llegar a escapar de determinadas imposiciones empresariales, impone frecuentemente ingredientes propios de un trabajo personal.
Concluyendo, la película sorprenderá a aquellos que han seguido con curiosidad la evolución de la animación digital, ante un despliegue inusitado de perfección técnica, y logrará fascinar al ojo profano al recrear realidades virtuales. Esto es sólo el principio…
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