(2) CASINO, de Martin Scorsese.

EL TEMPLO DEL JUEGO
Martin Scorsese regresa al mundo de la mafia imitando la fórmula exitosa de su destacable retrato criminal Uno de los nuestros (1990), esto es, un relato contado desde el interior de dicha actividad delictiva por uno o varios protagonistas que ofrecen sus particulares puntos de vista de los acontecimientos completando una amplia información al espectador.
Partiendo de la novela de Nicholas Pileggi, Casino ubica la acción en Las Vegas de principios de los años 70. Sam “Ace” Rothstein, un profesional de las apuestas, es el eficaz director de un importante casino que pertenece a un grupo de mafiosos. Su misión es controlar el funcionamiento del negocio y garantizar que la corriente de dinero que va a parar a manos de sus jefes siga fluyendo. Un día el violento Nicky Santoro, al que sus jefes han encargado que cuide de Sam, llega a la “capital del vicio” con la intención de quedarse.
Asistimos, pues, sin juicios de valor ni contenido moralizante, a la trayectoria vital de unos personajes con sus peculiares códigos de conducta, su visión de la amistad y el compañerismo y, sobre todo, su lucha encarnizada por el dinero, cuya principal consecuencia es el ejercicio de una violencia brutal para conseguir sus fines, mostrada aquí de una forma fría y seca.
El guionista, director y productor neoyorkino nos introduce en el funcionamiento de un casino y su compleja gestión, siguiendo el recorrido que realiza el dinero recaudado del juego hasta llegar a los líderes mafiosos que controlan el negocio. Las reglas del juego, las obsesiones, las intrigas y las adicciones son elementos que sirven de recursos narrativos para configurar un relato robusto pero sin florituras, que va al grano. Es aquí donde aparece la trama, quizá más convencional pero no por ello ilícita, de una historia de amor imposible y un turbio triángulo de intereses entre los personajes interpretados por Robert De Niro, Sharon Stone y Joe Pesci en el interior de un mundo convulso dominado por la violencia.
El ritmo impuesto a la narración por Scorsese es casi siempre vertiginoso, aunque la acción transcurra prácticamente toda dentro de un casino, creando un espacio muy particular sin apenas exteriores mediante una brillante puesta en escena y con un hábil manejo de la cámara, así como un acompañamiento musical formado por numerosas canciones de la época. Merece verse.
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