(1) CACHITO, de Enrique Urbizu.

UN ASUNTO DE HONOR
Primero fue un cuento breve de Arturo Pérez Reverte titulado Un asunto de honor que tenía el atractivo de combinar realismo cotidiano con un toque poético que dejaba a la imaginación del lector la definitiva formalización del relato. Después se elaboró un guión ampliando la historia, inventando personajes y situaciones para alcanzar la duración normal de un largometraje, introduciendo buenas dosis de violencia pero sin hacer concesiones al morbo sexual pese a tratarse de una trama en torno al rapto, intento de violación y prostitución de una menor.
Pero pese a la presencia de actores solventes como Jorge Perugorría, Sancho Gracia y Amara Carmona, y de sus meritorios esfuerzos en la composición de sus respectivos personajes, Cachito no acaba de funcionar satisfactoriamente. Da la impresión de que el relato ha sido estirado artificiosamente y que se desarrolla sin elipsis. Tampoco convence esa rara mezcla del mundo cutre y bestial del burdel y su chulo con los detalles de humor que se introducen en el mismo.
En esas pésimas condiciones la verosimilitud se resiente y se instaura el dominio de la banalidad, lo que es demasiado obvio y redundante. Se olvida en el film que el cine siempre debe recurrir a cierto grado de estilización artística y que incluso una crónica de sucesos como la presente debe utilizar un lenguaje que trascienda esa evidencia documentalista, meramente descriptiva, más propia de los reportajes y documentos televisivos.
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