(1) MÁQUINA LETAL, de Stephen Norrington.

TECNOPESADILLA
Un espectacular film de ciencia-ficción, con elementos futuristas y situaciones de terror que podría haber constituido un importante relato fantástico si se hubiera aplicado un mayor rigor en la elaboración del guión y en la construcción de personajes. Da la impresión de haber tomado prestados elementos precedentes de Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982), Terminator (1984) y Robocop (1987), es decir, de haber pretendido ser una especie de antología del género, con especial atención a los efectos especiales y al suspense, con gran aportación económica en la producción para el logro de un look moderno que emparentara la narración con la brillantez visual de los videojuegos.
Pero la película se alarga innecesariamente y las situaciones se repiten de manera arbitraria, aunque ciertos detalles de humor impiden que caiga en los dominios de la apología fascista de la violencia, auqella que ante el caos se justifica la utilización de la represión sin frenos para restaurar el orden, haciendo de la agresividad un espectáculo para la gratificación de públicos psicológicamente primarios.
La idea de Máquina letal es sugestiva: cómo defenderse ante una máquina capaz de ser programada para aniquilarlo todo, un robot que resulta invencible. Se trataría de llevar al límite, al absurdo, la efectividad destructiva de las creaciones tecnológicas, con lo que el relato rozaría en ocasiones un terror metafísico derivado de la presencia amenazadora de un mal absoluto no susceptible de ser neutralizado por la Humanidad.
Lástima que, en esta ocasión, el desfile inquietante de fabricantes de armas, científico loco y criminal, manipuladores de cerebros de combatientes, grupos de pacifistas y guapa ejecutiva de recto proceder den antes la impresión de convencionales fuerzas antagónicas propiciatorias del show de fuegos artificiales que de elementos racionalizados y propiciadores de la reflexión. Porque espectáculo y cultura no deberían ser incompatibles.
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