(3) MIS AVENTURAS CON NANUK EL ESQUIMAL, de Claude Massot.

ROBERT FLAHERTY, DOCUMENTALISTA
Producción franco-canadiense rodada en paisajes de Canadá y Rusia, Kabloonak es una sencilla y hermosa crónica que narra la estancia de 15 meses entre 1920 y 1921, en la bahía de Hudson, de Robert Flaherty, un estadounidense de origen irlandés que empezó como explorador de las regiones polares canadienses y que decidió filmar la vida cotidiana de los esquimales tras encontrar financiación en unos peleteros franceses, los hermanos Rèvillon.
El resultado fue Nanuk, el esquimal (1922), un documental preocupado por la autenticidad, sin exotismos ni mixtificaciones folklóricas, que ha pasado a la historia del cine por haber prestado atención a la existencia diaria, habitual, de los esquimales, por su interés etnográfico al propugnar la igualdad de las diversas razas humanas, por el calor fraternal y la fuerza de los sentimientos que desprenden sus imágenes.
De la importancia de Flaherty se han hecho eco tanto Georges Sadoul como Roman Gybern, que le atribuye el mérito de traspasar la simple apariencia de las cosas para penetrar en el drama humano de los personajes.
La película de Claude Massot es un sentido homenaje del pionero del documental y se estructura como una gran flashbacks que narra en pasado la aventura ártica de Flaherty a partir de un presente dramático marcado por la noticia de la muerte por hambre de Nanuk, el protagonista de su film, mientras éste se exhibe con enorme éxtio en todo el mundo, a pesar de haber encontrado dificultades iniciales para su distribución comercial.
El excelente actor británico Charles Dance encarna sobria y convincentemente a Robert Flaherty, que supo captar magistralmente la lucha del hombre contra una Naturaleza hostil; que retrató con verdadero afecto tanto a Nanuk como a su esposa Nyla, sus hijos y sus perros; que descubrió ante los asombrados ojos del hombre blanco occidental los igloos, las focas, los trineos, las canoas, las temibles tempestades de nieve y la sorpresa de los nativos ante el fonógrafo y el cine.
Mis aventuras con Nanuk el esquimal no oculta la utilización por Flaherty en ciertos trucos de rodaje para una mejor captación de los acontecimientos: su presencia a la espera de hechos significativos; las instrucciones a unos actores no que eran profesionales… es decir, una reconstrucción documental que no evitaba cierto grado de manipulación de la realidad. Ciertamente, Flaherty no hizo cine-ojo pero sí cine-verdad de primera clase. Y esta película lo cuenta de forma magnífica y entrañable.
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