(2) UNA CASA EN LAS AFUERAS, de Pedro Costa.

UN CASO DE PARANOIA
El tercer largometraje de Pedro Costa, conocido también como realizador de TV y productor cinematográfico, se basa en un caso real: la dramática convivencia entre un yuppie experto en informática y una joven madre soltera —interpretados por Juan Echanove y Emma Suárez— que forman un núcleo familiar aislado en una casa campestre. El relato es sencillo y funcional, de una eficacia narrativa que excluye toda truculencia y melodramatismo innecesarios, y la sucesivas secuencias van mostrando el deterioro de unas relaciones personales motivado por el cambio del personaje de Echanove, que pasa de tierno enamorado a macho posesivo y de los celos patológicos a la furia homicida.
En realidad, la película es la ilustración puntual de un tipo de paranoia, una psicopatía mucho más abundante en la vida cotidiana de lo que suele parecer por cuanto el mismo paciente no es consciente de su perturbación mental e incluso quienes le rodean tardan mucho tiempo en descubrirla. Los rasgos paranoicos se evidencian por una serie de síntomas que van desde un acentuado egocentrismo, con la utilización del prójimo como mero instrumento sometido a su voluntad, a la vivencia delirante y enfermiza de las relaciones afectivas, con la imaginaria presencia de complots amenazadores contra el sujeto en cuestión, pudiendo coexistir paradójicamente una gran inteligencia, brillantez e incluso dotes de seducción con impulsos agresivos irreprimibles contra todo aquello que no puede dominar y someter a su voluntad.
El fetichismo del personaje de Echanove por la pantalla del ordenador donde puede manejar a su antojo la imagen de su compañera; la reclusión en una habitación donde puede sentirse totalmente aislado y su fijación obsesiva a un determinado color de las paredes son factores sintomáticos que, más allá de su catalogación como manías y rarezas, definen la personalidad enfermiza del protagonista, un individuo poco sociable que hace imposible la convivencia y que, en este caso, llega a la comisión de un asesinato.
Una casa en las afueras es una crónica de sucesos que tiene como virtudes la modestia de sus planteamientos y el talento puesto al servicio de la realización y en la dirección de actores. Por contra, presenta las limitaciones de no haberse decantado ni por las características narrativas del cine de género —el suspense o el thriller— ni por el estricto realismo psicológico —Él (1953) de Buñuel; El infierno (1994) de Chabrol— que hubiera requerido una mayor atención a los matices y sutilezas de la mente humana.
Cierto esquematismo del relato y la simplificación del referente espacio-temporal para ubicar el desrrollo de los personajes obedecen sin duda a la necesidad de dramatizar los hechos en un guión excesivamente lineal que no presenta demasiadas complejidades.
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