(2) THE LADY IN THE VAN, de Nicholas Hytner.

VIVIENDO EN LA CALLE
Del realizador británico Nicholas Hytner ya se habían estrenado aquí cinco películas, entre las que destacan La locura del rey Jorge (1994), El crisol (1996) y, sobre todo, The history boys (2006). En casi todas ellas el guión venía firmado por su amigo el dramaturgo Alan Bennett, que previamente había escrito las obras teatrales originales y que con la ahora estrenada volvía a adaptar a la gran pantalla una obra que en los escenarios también había protagonizado la actriz Maggie Smith. La pieza escénica y el film se inspiran en una historia real, la de la señora Shepherd, que durante 15 años —en las décadas de los 70 y los 80— había residido en Gloucester Crescent, calle londinense habitada en sus inicios por la clase media victoriana y con casas más tarde ocupadas por profesionales del teatro, la literatura y la música.
La señora Shepherd, por su parte, fue una homeless, una anciana excéntrica y desaliñada pero libre e independiente que ocupaba una vieja furgoneta como hogar, rodeada de basura y despojos, yendo a recalar en el jardín de Alan Bennett tras ser desalojada por los demás vecinos de la zona. Esta misma situación ya había sido llevada al cine por Javier Maqua en la fallida, a mi juicio, Chevrolet (1997), una crónica socio-política a medio camino entre la solidaridad con la miseria y la arenga anti-sistema, aunque en el film de Nicholas Hytner predomina un tono de comedia elaborada con ese sofisticado humor británico que se nutre tanto de una ingeniosa ironía como de una bonhomía en exceso sentimental.
La película fue rodada en los mismos escenarios en que sucedieron los acontecimientos pero el personaje de miss Shepherd —cuya ajetreada vida evolucionó desde ser una monja frustrada a una competente pianista para acabar como una pordiosera— está presentado desde una óptica, a mi parecer, demasiado amable y complaciente, sobre todo tras ver que en sus postreros años era visitada asiduamente por una asistenta social que le proporcionó una silla de ruedas y la posibilidad de bañarse regularmente.
El dramaturgo y guionista Alan Bennett recuerda que, en alguna ocasión, llegó a facilitar electricidad, teléfono y cuarto de baño a la anciana. Y para escribir la historia ha desdoblado a su personaje, estableciendo un diálogo entre quien vive la historia y el que reflexiona sobre ella para plasmarla sobre el papel. En palabras suyas, entre la realidad y la imaginación aparece la escritura.
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