(0) ACOSO, de Barry Levinson.

UNA EJECUTIVA AGRESIVA
La nueva ola de cine “erótico” estadounidense presenta un cierto paralelismo con el cine de “destape” del tardofranquismo, aquel cine pornomoralizante de los años 70 que pretendía conjugar la promesa de actos libidinosos mediante insinuados desnudos con el mantenimiento de una moralidad ultramontana gracias al recurso narrativo de los actos sexuales eternamente fallidos.
En el cine USA actual, con la necesidad de captar amplias audiencias, de hacer grandes negocios, y al mismo tiempo acomodarse a las rígidas normas del puritanismo imperante, lo que predomina son los productos sicalípticos tramposos y mixtificadores cuyas dosis de morbo, exigidas por el mercado, sean compatibles con el respeto a las normas de la moral sexual más conservadora.
Acoso es un ejemplo paradimático de ese cine montado sobre un cúmulo de arbitrariedades y de efectismos pero carente de una base dramática sólida por cuanto el guión, basado en una novela del jurásico Michael Crichton, aprovecha el fenómeno social del chantaje sexual a las mujeres por parte de sus jefes en el trabajo para invertir el planteamiento y hacer al hombre, aquí un casado ejecutivo, la víctima de los lúbricos achuchones de una jefa en celo. Se olvida que, estadísticamente, hay relativamente pocas mujeres en puestos de mando y, sobre todo, que la psicología femenina se inclina antes por la sutil seducción que por el revolcón salvaje.
La película intenta ser, además, la radiografía de una moderna empresa dedicada a la fabricación de programas de ordenador y a la investigación de la realidad virtual, con la lucha por el mejor empleo, los acuerdos entre entidades multinacionales, espionaje electrónico, etc., con intrigas y manejos de una simpleza propia de un vulgar cine de consumo que utiliza el tópico como sucedáneo de la inteligencia.
En definitiva, del film queda como más significativo tanto la escena “escandalosa”, no consumada plenamente, entre Michael Douglas y Demi Moore, sin que se exhiba un solo centímetro de piel pero con osadas referencias verbales al sexo, como el desenlace con triunfo de la virtud y apología de la familia legalmente establecida. Todo un manifiesto de ideología y de ética. ¡Y a forrarse!
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