(1) PESADILLA ANTES DE NAVIDAD, de Henry Selick.

MACABRA NAVIDAD
Tim Burton se ha convertido en un cineasta de culto entre algunos sectores de amantes del cine fantástico gracias a títulos como Bitelchús (1988), Batman (1989) y, sobre todo, Eduardo Manostijeras (1990). Ahora, como aperitivo, se proyectan dos cortometrajes suyos —Vincent (1982) y Frankenweenie (1984)—, una especie de cine familiar realizado con muñecos animados y dibujos en B/N, rodado mediante el procedimiento de “fotograma a fotograma”, en donde se adapta a ambientes domésticos cotidianos una serie de mitos pertenecientes al cine fantástico y terrorífico.
De Pesadilla antes de Navidad Burton sólo es autor y productor y, en sus escasos 76 minutos de duración, narra la sempiterna lucha entre el Bien y el Mal, en esta ocasión entre Navidad y Halloween, con el secuestro de Papá Noel por las huestes maléficas capitaneadas por el Rey de las Calabazas. Hay que agradecer que, por fin, se haya huido del tono almibarado y la indigestión de buenos sentimientos que generalmente han caracterizado las películas relacionadas con temas navideños.
Dicho esto, he de manifestar que me ha interesado poco este nuevo film por dos razones fundamentales. Primero, porque repugna a mi gusto toda esa parafarnalia en torno a monstruitos extravagantes, detalles repulsivos y culto a lo feo y lo macabro, basada anets en un consumo de los fetiches más superficiales del terror que en una consideración más profunda de los signos y significados del género. Y segundo, por su ritmo frenético y agobiante, influenciado por la moda estética de los videoclips, gracias a la cual se valora más la cantidad que la cualidad, el efectismo se impone al rigor narrativo y la truculencia ahoga cualquier atisbo de poesía.
En resumen: esa obsesión por multiplicar las figuras dentro del plano, por acelerar sus movimientos y por cambiar de plano lo antes posible dificulta en gran medida la captación fiel y el disfrute sereno del mensaje del relato, eso suponiendo que haya algo que comunicar y que no se trate de meras pompas semánticas de jabón, como sucede en gran parte del cine USA actual.
Sugestivas la música y las canciones de Danny Elfman, que han perdido mucho de su atractivo tras ser dobladas al castellano.
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