(3) QUERIDO DIARIO, de Nanni Moretti.

VISIONES DE UN ITALIANO MODERNO
El actor, productor y realizador Nanni Moretti ha hecho un film narrado en primera persona, una especie de diario íntimo repleto de observaciones y de reflexiones en torno a diversos aspectos de la realidad italiana actual y dividido en tres capítulos: En mi vespa, un recorrido en motocicleta en pleno agosto por las desiertas calles y solitarios barrios de Roma; Islas, un viaje por varias islas donde constata el cambio de costumbres y de mentalidad provocado por la vida moderna; y Médicos, el caos y la sinrazón en el diagnóstico y el tratamiento médico de una enfermedad del propio Moretti.
Los diversos episodios permiten al realizador pasar de las citas y opiniones cinéfilas a la constatación del poder seductor de la televisión, de los seriales, que provocan adicción incluso entre los intelectuales, sin olvidar referencias al fútbol, la familia, la vivienda y el sistema sanitario.
En todo momento, Moretti hace gala de una gran sencillez formal y de una fina ironía, frecuentemente desmitificadora, unas virtudes que le han convertido en su país de origen, en un autor de culto, como representante de una generación estudiantil comprometida, de izquierdas en los años 70, ahora decepcionada y desmovilizada por el devenir de los acontecimientos históricos.
Como una especie de Woody Allen a la italiana, con sus aspecto desvalido y perplejo, Moretti nos muestra sus obsesiones más íntimas, incluso sus manías, en una mezcla contradictoria de exhibicionismo y timidez que le sitúan en esa sutil línea divisoria entre el escepticismo y el moralismo que le permite rechazar tanto el dogmatismo como los tópicos, tanto las grandes ideas como la estupidez humana.
Querido diario es una película realizada aparentemente sin guión, a menos en su concepción tradicional, merced a su indefinición de estilo entre el documento autobiográfico y la ficción narrativa de alcance testimonial sobre unos lugares y un tiempo determinados. En todo caso, el realizador se nos confiesa un poco misántropo, más partidario de relacionarse con minorías selectas que con grandes multitudes. Y en consecuencia, se erige en una especie de filósofo de la vida cotidiana, siempre mucho más vitalista que profundo.
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