(1) UN GOLPE DEL DESTINO, de Gillies MacKinnon.

LA HUÉRFANA
La película arranca con todas las características del suntuoso melodrama a lo Douglas Sirk, pero muy pronto se ve que Steve Martin, su protagonista y guionista, ha optado por realizar una actualización de la estructura narrativa del cuento clásico, es decir, un relato con elementos duales contrapuestos y con una moraleja de alcance didáctico y ejemplarizante. Es así como hay que entender al carpintero pobre y solitario frente al político brillante y triunfador; a la angustiada familia rica pero sin hijos frente a la madre soltera y recursos; a la modesta cabaña frente a la lujosa mansión; al padre adoptivo frente al padre biológico… y, para no insistir más, la escena casi mágica de la huida de la niña en medio del bosque, de noche, entre la nieve, y sobre todo, el desenlace de la historia del tesoro robado y recuperado como un simbólico premio del destino a la bondad de sentimientos.
De esta manera, entendido desde el punto de vista del inconsciente colectivo, es como se tolera mejor la elementalidad de los personajes, poco profundos, con buenos y malos, ricos y pobres, felices y desgraciados, etc. Esquematismo que se perdona al contemplar la sobriedad e incluso elegancia con que el realizador aborda la puesta en escena: secuencias de una corta duración para evitar el subrayado sensiblero y efectista; actores contenidos y bien dirigidos; y un cuidado casi exquisito en la elaboración de unos encuadres funcionales y en el manejo de la cámara siempre subordinada a las exigencias del relato.
En resumen, una historia convencional de corte sentimental pero narrada con talento y sensibilidad.
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