(2) EL DETECTIVE Y LA MUERTE, de Gonzalo Suárez.

EL PODER DE LA MIRADA
El detective y la muerte es fruto del libre desarrollo creativo del breve cuento Historia de una madre de Hans Christian Andersen, donde Gonzalo Suárez entremezcla mitología y épica, en un relato que transita por las fronteras comunes entre cine y literatura, es decir, un cine alejado de la fácil comercialidad, siendo personal y carismático, catalogable como aquello que Pasolini denominaba “cine de poesía”.
Por tratarse de un cine no realista, la narración apela básicamente a la estilización, la metáfora y el simbolismo pero teniendo como referente la crónica de sucesos: una ciudad dominada por el caos, la violencia y la crueldad es atravesada, durante una noche, por una madre que intenta salvar la vida de su hijo. Lo cotidiano adquiere la forma expresiva de una fábula.
La serie negra y la época musical como géneros específicos se transmutan en estilo propio, el de un Gonzalo Suárez que evidencia ya la solidez de su oficio de cineasta en un film que nos remite, en más de un rasgo, al Alphaville de J. L. Godard. Estructurado mediante dos bloques fuertemente dramáticos y una especie de oasis central, el relato adopta el punto de vista de María (Maria de Medeiros), cuyo periplo nocturno viene a ser la búsqueda del sentido de un mundo desquiciado, contemplado con una mirada inocente cargada de esperanza. El detective (Javier Bardem) asume la misión imposible de salvar las vidas del hijo y de la Duquesa (Charo López). GM (Héctor Alterio) es el demiurgo, el hombre todopoderoso, un Mr Arkadin señor de vidas y muertes, pero a su vez condenado a morir también.
La película es la narración de un itinerario, un descenso a los infiernos de la noche y del Mal acotado por el gesto de quitar y poner las gafas de María, un gesto que marca la frontera entre la cotidianidad y el universo apocalíptico mostrado con formas oníricas, como de una gran pesadilla.
Los diálogos no son de corte naturalista, al ser entendido su carácter retórico como un sonido musical que acompaña y complementa el valor expresivo fundamental de las imágenes, servidas por una fotografía excelente de Carlos Suárez que modela luces y sombras, que elabora bellos e inquietantes encuadres, en una puesta en escena cada vez más clásica, serena y con mayor depuración de elementos.
El detective y la muerte es un film muy personal y bastante hermético pero lleno de sugerencias que interesará sin duda a los cinéfilos más inquietos y exigentes.
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