(1) TESS Y SU GUARDAESPALDAS, de Hugh Wilson.

CAPRICHOS Y EXCENTRICIDADES DE UNA DAMA
Aunque su idea de partida no es mala —la viuda de un ex-presidente de los USA humilla caprichosamente a sus guardaespaldas—, el guión de Tess y su guardaespaldas no desarrolla adecuadamente las posibilidades de la historia, decantándose por una tonalidad liviana e instrascendente con apenas apuntes críticos sobre el duro oficio de escolta.
No obstante, la rutina de la protección y la singular relación amor/odio entre los protagonistas —una testaruda e incontrolable ex-antigua primera dama de los Estados Unido (Shirley MacLaine) y el jefe del servicio de seguridad (Nicolas Cage) cuyo trabajo consiste en vigilarla— se quiebra con el secuestro de aquella, y entonces todo el film se viene abajo, introduciéndose un cántico a la magnificencia moral de la protegida, enferma para más inri de un tumor cerebral inoperable.
Se sucede entonces todo un despliegue de medios con la llegada desde Washington de agentes de la CIA y del FBI. Pero evidentemente es el joven quien resolverá todo el caso, germinando además un amor materno-filial como colofón al embrollo desarrollado. Como no podía ser de otra manera.
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